Buzón de Voz

Voto indignado

Todos los sondeos han pronosticado, en mayor o menor medida, que el PSOE sufrirá hoy una dura derrota. El giro a la derecha anticipado por las encuestas dibujaría un nuevo mapa del poder territorial solo pendiente hasta el último momento de la posible movilización de indecisos y abstencionistas. El voto conservador viene demostrando una fidelidad marmórea mientras el progresista se muestra mucho más permeable a la frustración y el desencanto. Lo que no han registrado los sondeos es el efecto que hoy puede tener en las urnas esa expresión colectiva de indignación que ha llenado pacíficamente las plazas de las principales ciudades. Tan factible es que refuerce la elevada abstención o que movilice aún más si cabe a la derecha como que permita aumentar el apoyo a IU o a otras opciones minoritarias. Incluso podría sacar de su irritado letargo a votantes socialistas que han visualizado en las acampadas juveniles la reivindicación de un nuevo ideario progresista que exige una mayor participación democrática y una defensa activa del Estado del bienestar frente a la voracidad de los mercados y la impotencia de la política. Es posible también que el efecto sea neutro en unos comicios que son autonómicos y municipales, donde se responde a una pregunta inmediata: ¿A quién cedemos el poder de gestionar la sanidad, la educación, la dependencia o el medio ambiente... en beneficio de todos? Porque no son iguales. No da lo mismo.

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