Buzón de Voz

Ayuno para el hambriento

Un año largo después de aprobarse el llamado rescate de la economía griega por parte de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional, todo parece indicar que los gobernantes de la zona euro están empeñados en cometer más o menos los mismos errores. En mayo de 2010 y tras múltiples dilaciones provocadas por los intereses electorales de Angela Merkel, la supuesta salvación de Grecia llegó en forma de préstamos por valor de 110.000 millones de euros a cambio de un durísimo plan de austeridad. Es como imponer el ayuno al hambriento. Ya en marzo pasado, la UE tuvo que rebajar el interés del 5,5% y alargar el plazo de devolución porque era evidente la incapacidad de la economía helena para crecer a un ritmo que le permitiera cumplir sus obligaciones de pago. Ante la inminente amenaza de quiebra y como condición imprescindible para recibir el quinto tramo (12.000 millones) de la ayuda, la UE y el FMI han dado a Grecia un ultimátum al exigirle un nuevo y draconiano plan de austeridad combinado con la privatización de todo aquello que alguien esté dispuesto a comprar. Las discrepancias sobre la participación de los bancos acreedores en la reestructuración de la deuda vuelven a dilatar la decisión europea y con ello se disparan las turbulencias de los mercados y el negocio de los especuladores. Pero la esencia de la receta es lo que ya ha fallado: la austeridad pura y dura no genera crecimiento para pagar lo que se debe.

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