Buzón de Voz

Europa pierde apellidos

La acostumbrada unanimidad del discurso único celebra el resultado de la cumbre de Bruselas como un claro "avance" hacia la "unidad económica y fiscal" en la UE. Lo que no se explica es exactamente hacia qué unión fiscal se encamina Europa, entre otras razones porque no se sabe. Simplemente se asume como mal menor (la alternativa era la "explosión del euro" en palabras de Sarkozy) el pronóstico de una década de estancamiento. El propio Bundesbank prevé que Alemania crezca en 2012 un raquítico 0,6%, y ese frenazo de la locomotora garantiza la recesión en los países condenados a seguir reduciendo el gasto sin el menor estímulo al crecimiento.

La UE nació con la idea de construir una "economía social de mercado", pero el apellido "social" ha quedado enterrado en Bruselas por mucho tiempo. Caben pocas dudas de que el compromiso de férrea austeridad adquirido por los gobiernos de la UE (a excepción del esquirol Reino Unido y con las dudas de Suecia, Hungría y República Checa) lleva a adelgazar el Estado del bienestar hasta dejarlo en la beneficencia. El dibujo de esta unión fiscal apunta a reducir salarios en el sur lo que haga falta con tal de no perder competitividad en la globalización. Este "avance" no aporta herramientas que reduzcan la desigualdad, madre de todos los desequilibrios. Exige sacrificios y atropellos que pueden seguir transformando el europeísmo en desconfianza. Peligrosa salsa que alimenta el populismo.

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