Cannino

Dia Tres - Pequeños encuentros mágicos en Cannes

9.27 – Lerins 2

De la sala contigua me llegan jirones de una canción. Ya saben cómo es esto, las frecuencias que se cuelan a través de las paredes siempre son las más graves. Intento identificar el tema, aunque es como intentar reconocer a alguien por sus pies o el modo de caminar. Quizás el "Your blue room" de los Passengers?

Fuera luces.  Arranca la primera proyección del día.

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Veo la adaptación de "Entrevistas breves con hombres repulsivos" de Foster Wallace, otra muestra de la pedrea de Sundance 09, y otro patinazo más, por supuesto.  Esa manía irreductible de querer filmar libros y sobre todo de querer filmar libros que no permiten versión más allá de ese soporte: el papel y la tinta.  La película, con un guión y una estructura tan esforzados como fallidos,  carece de mordiente, las interpretaciones son pura gesticulación y blablabla, la música inicidental es una especie de pseudo-jazz de medio pelo... Salgo corriendo.

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He visto por la calle un tipo con la barba teñida de azul. Esa ha sido la única extravagancia del día. Por lo demás una jornada de cinco con interrogante: lluvia, bochorno y camisas arrugadas.

Hace un año, en el Gray d’Albion me crucé con Zelda Rubinstein, la actriz que dio vida a la médium de Poltegeist y a la madre represora de "Angustia" de Bigas Luna.  Diminuta, arrugada y con lo que me parecieron señales de demencia senil, iba en una silla de ruedas empujada por un joven que podría ser su hijo, su manager o algún fan irredento. Durante el rato que estuve a su lado el muchacho no dejaba de  esforzarse por  entrelazar una conversación medianamente lógica con ella: le repetía las preguntas mil veces, sonreía , celebraba las réplicas de la actriz...

Ahí estaba, la misma vocecilla aguda que había conseguido rescatar a la pequeña Carol Anne de las fauces de un televisor poblado de espíritus malignos.

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