Cartas de los lectores

23 de febrero

Memoria del golpe de Estado
Están empezando a cobrar protagonismo personas que pertenecen a otras generaciones que o no vivieron o vivieron de lejos el 23-F
y nos devuelven, a los que sí lo hicimos, una extraña sensación de irrealidad. Yo pertenezco a la generación de, por así decirlo, los hermanos pequeños de los protagonistas. Unos estaban iniciándose en la vida laboral y otros, como yo, estábamos prestando el servicio militar obligatorio. El que no lo haya vivido no se puede imaginar por lo que pasamos los que estuvimos en el cuartel, de retén, durmiendo con las botas puestas y armados hasta los dientes, en el dilema de no saber si nos iban a mandar a cargar contra nuestros paisanos o la propia tropa nos volveríamos en armas contra nuestros jefes. Después, todo pasó y nadie se acordó de los pobres reclutas que padecimos el golpe en los cuarteles. Queda pendiente el homenaje a los que sufrimos el golpe en primera línea de fuego; silencioso fuego.
Mario López Sellés Madrid

Los intereses de España, pero ¿de qué España?
Ahora que la insurrección contra las tiranías recorre el norte de África, España se congratula del brote de dignidad revolucionaria de los hermanos árabes. Pero eso es ahora, claro. Porque mientras estos dictadores fueron útiles para los negocios, los gobiernos de nuestra peripatética democracia no sentían escrúpulos en estrechar sus manos. ¿Y por qué apoyamos estos regímenes? Pues miren, como dice José Bono respecto a su visita al presidente Obiang en Guinea Ecuatorial: son cosas que se hacen por el interés de España.
Pero ¿de qué España? Porque la mía y la de muchos otros no está dispuesta a seguir cambiando sangre por petróleo. No queremos caladeros de pesca si su precio es cerrar los ojos al exterminio saharaui. No deseamos prosperidad a costa de la miseria de otros. Los intereses de la España que yo amo son mucho más ambiciosos que los suyos. Los representan millones de personas que apuestan por la defensa de los derechos humanos.
Gente que piensa que otra forma de entender las relaciones internacionales es imprescindible. Estamos en la cresta del cinismo y la hipocresía. No sé de quién son los intereses que defiende, señor Bono. Pero está claro que no son los de mi patria.
Ana Cuevas Zaragoza

Es hora de un sindicalismo internacional
Una de las carencias que la crisis económica ha puesto de manifiesto ha sido la ausencia de un movimiento sindical europeo e internacional que responda a la nueva economía del siglo XXI, esa economía que se ha globalizado y que ha ganado el pulso a la política.
Al renunciar a convocar una huelga general europea, los sindicatos mayoritarios de la Unión Europea
desarmaron a los trabajadores y enviaron un mensaje inequívoco a gobiernos y empresarios que estos no tardaron en traducir en reformas.
El sindicalismo europeo e internacional debe dotar a sus confederaciones (la CES y la CSI) de una estrategia unívoca y de mayores competencias, aunque eso suponga renunciar a ciertas autonomías confederales. Así, seguirán yendo a remolque de la globalización económica, pero un poco por delante de gobiernos europeos y mundiales.
En sus manos está nuestro poder.

Francí Xavier Muñoz Sánchez Madrid

Las víctimas del fraude hipotecario
La mala regulación del sistema bancario hace que muchas familias humildes no sólo corran el riesgo de perder sus casas y quedarse en la calle, sino también de mantener parte de la deuda, ya que ahora las entidades están tasando las mismas viviendas a precios inferiores.
La triste realidad es que hay miles de familias en situaciones dramáticas, sin poder pagar la hipoteca o a punto de dejar de pagarla, y muchas están ya en fase de ejecución hipotecaria. Estas familias han cumplido los compromisos mientras han dispuesto de un empleo y los intereses se lo han permitido. Los bancos no han dudado en exigir dinero público y luego dejarse llevar por la especulación.
Mientras existan millones de pisos vacíos que no están cumpliendo su función social, los poderes públicos serán cómplices de la vulneración de los derechos contemplados en la Constitución y en la Declaración de los Derechos Humanos.
José Manuel Pena Riveira (A Coruña)

Con crisis pero también con principios
Nos saludamos, charlamos durante unos minutos y después llegó la despedida. Él continuó el camino en compañía de sus problemas y sin obtener una respuesta que resolviera alguna de sus dudas, y yo me fui con el sabor agridulce que deja saber que un conocido al que aprecias está pasando por un mal momento, sin que ello le haya impulsado a desprenderse de cualquier principio que suponga un obstáculo para tratar de sobrevivir sin prejuicio o reparo moral alguno en la selva social de la indiferencia y la codicia.
Con una pensión de 600 euros mensuales, que agradece y estima por su escaso tiempo de cotización a la Seguridad Social debido a cuestiones de salud, sobran explicaciones para entender las dificultades del día a día. Aun así, procura no acudir al trabajo sumergido porque considera que con ello restaría oportunidades a otras personas que están pasando en estos momentos por situaciones de mayor urgencia. Y, con semejante actitud, ¿es extraño que le cueste asumir por qué hay representantes del pueblo que no renuncian a recibir alguna de sus diversas y cuantiosas remuneraciones?
Alejandro Prieto Orviz Gijón (Asturias)

Sobre los que miraron para otro lado
Decía Ortega y Gasset que "el mayor crimen está no en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar".
¿Qué está haciendo Europa ante las matanzas de Libia? ¿Y Estados Unidos? ¿En qué pensaba Reino Unido cuando apoyó a Gadafi? ¿Acaso en la British Petroleum? ¡Cuánta razón tenía Ortega!
Josep Robert Reig Miró Barcelona

Más Noticias