Cartas de los lectores

14 de noviembre

Las leyes de Berlusconi
Hoy, los estudiantes del Liceo Italiano de Madrid, junto con un grupo de estudiantes universitarios en Erasmus desde Italia, realizaremos una manifestación en la Plaza de la Villa de Madrid en protesta por las últimas leyes de educación aprobadas por el Gobierno de Berlusconi.
En primer lugar, la Ley nº 133, o Ley financiera Tremonti, plantea para la universidad el recorte de más de 455 millones de euros de los fondos públicos, la posibilidad de convertir las universidades en fundaciones privadas y la reducción del 20% del profesorado.
Por otro lado, la Ley 137 (o Ley Gelmini) para la escuela Primaria y Secundaria dispondrá la cancelación de 130.000 puestos de trabajo a lo largo de los próximos tres años; la reincorporación del "maestro único"; la reducción del horario escolar de 32 a 24 horas semanales; la creación de "clases puente" para separar a los niños extranjeros de los italianos, y la rebaja de la obligatoriedad de estudio de los 16 a los 14 años.
Estas leyes son una aplicación drástica de lo que el polémico Plan Bolonia se propone aplicar en diversos países europeos, entre ellos España.
El objetivo del Gobierno italiano reduce la educación a una mera e instrumental preparación técnica, con el fin de introducir a los estudiantes de forma rápida y eficaz en el mercado laboral. Con la manifestación de hoy nos solidarizamos con el movimiento de estudiantes que, en toda Italia, reivindican sus derechos.
Nuestras exigencias son: acceso público a la universidad y abolición de los másters obligatorios a precios prohibitivos; universidades públicas, libres, que fomenten la capacidad crítica del estudiante; calidad en la enseñanza, fomento de la investigación y disminución de la precariedad; restitución inmediata del presupuesto que ha sido ilícitamente recortado a los fondos destinados a la escuela pública; didáctica de calidad y no condicionada por un único modelo de referencia; horarios que se acomoden a las necesidades de las familias trabajadoras; eliminación de las clases puente; y mantenimiento de la obligatoriedad de estudio hasta los 16 años.
Hacer que nos escuchen es la única y última posibilidad para decir no al mercado de la educación y a la devastación de la escuela y la universidad públicas.
Estudiantes del Liceo Italiano Enrico Fermi / Madrid

Premio en equipo
Buen chico Samuel Sánchez, oro español en ciclismo: ha solicitado que la remuneración por la medalla conseguida (94.000 euros) se reparta con los otros cuatro componentes del equipo.
En los trabajos de equipo, el mérito es de todos. Por eso me sigue sorprendiendo que premien en fútbol de modo especial al que mete goles cuando el mérito sea, más bien, de quien le ha pasado el balón.

En la educación actual se fomenta llegar a la cumbre de lo que sea. De ahí, quizá, el pasotismo de quienes, siendo muy buenos en los campos intermedios, son ninguneados a la hora de recibir el premio. Revalorizar los talentos medios para que se crezcan en sus posibilidades, a tope, es una asignatura pendiente.
Enrica Colom Batlle / Barcelona

Reformistas y rupturistas
Cuando he leído la noticia de que PP y PSOE han logrado un consenso para que España esté en todo el proceso de reforma del capitalismo, me vino a la cabeza una vez más –y ya es la enésima–  el Sacrosanto Espíritu de la Transición.
Ahora, y a nivel internacional, izquierda y derecha han pactado la reforma del capitalismo; entonces la del franquismo. Entre 1975 y 1977, la oposición en España estaba repartida entre los reformistas –la izquierda mediática y la derecha de siempre– y los rupturistas –la izquierda de la calle–. Los reformistas se abrieron paso y terminaron por reformar el franquismo, no romper con él. Y lo hicieron pasando sobre los rupturistas como una auténtica apisonadora. Hoy somos conscientes de algunas de las nefastas secuelas que aquello nos ha dejado.
Pues de la reforma del capitalismo no podemos esperar mucho más. Supongo que al cabo de otras 200 o 4.000 reformas más llegaremos a la ruptura con aquello que nos es odioso. Es cosa de tiempo. Supongo.
Mario lópez Sellés / Madrid

Diabetes infantil
Hoy se celebra el Día Mundial de la Diabetes, una fecha en la que se hablará de cifras de personas afectadas por la enfermedad, de hábitos de alimentación para prevenirla.
Más allá de estadísticas y consejos, quisiera explicarles mi experiencia como padre de un niño de 12 años al que hace 4 le diagnosticaron la diabetes mellitus tipo 1, más conocida como diabetes infantil. Se trata de una enfermedad crónica que supone depender de por vida de un tratamiento a base de inyecciones de insulina y de pinchazos para controlar los niveles de azúcar en la sangre.
Es una enfermedad que cae como una bomba en las familias. Cambia la vida de nuestros hijos, que deben asumir, desde que son todavía muy pequeños, una gran responsabilidad sobre su salud y dejar de hacer cosas propias de la edad. Cambia también la vida de los padres, impotentes ante la situación, sin poder evitar el sufrimiento de nuestros pequeños. Se sabe poco de la enfermedad: aún queda mucha investigación por delante para conocer las causas que provocan la reacción del sistema inmunológico que permitan avanzar en los tratamientos y en el largo camino hacia la curación.
Por mi parte, he puesto mi grano de arena impulsando el Centro de Innovación para la Diabetes Infantil –CIDI– del Hospital Sant Joan de Déu. Ahora sólo pido la aportación de la sociedad para que algún 14 de noviembre podamos celebrar una buena noticia.
Antonio Pérez Navarro / Madrid

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