Cartas de los lectores

17 de junio

Barcelona, parque temático
Desde hace años, cada vez que veo obras en un edificio en el centro de Barcelona pienso que, con toda seguridad, allí pondrán un hotel, y desgraciadamente acierto en un 99% de las veces. Donde había una tienda interesante ahora hay un local de comida rápida o un restaurante de paellas congeladas. Lo que antes era una amenaza, hoy es una evidencia. Cualquiera puede verlo: el nuestro parece el centro de un pueblo
turístico.
El Ayuntamiento y los hoteleros se entienden muy bien, tan bien que los ciudadanos terminamos pagando con nuestro dinero muchos de los servicios que consumen los innumerables turistas, como seguridad, limpieza e
información.
El Ayuntamiento del socialista Jordi Hereu debería pensar por un momento en la comodidad de los ciudadanos, que somos los legítimos dueños de la ciudad, y no exclusivamente en los intereses de un grupo empresarial interesado en llenar la ciudad de más turistas.
Albert Doménech/Barcelona

Actualizaciones
José Blanco ha dicho que no hay subida de impuestos del tabaco y de la gasolina sino actualizaciones. Lástima que no haya, en consonancia, subida ni actualizaciones de salarios, porque sí se comparan los precios con el resto de los países europeos pero no los sueldos. Con esto de la deflación es posible que los sueldos del año que viene disminuyan, pues de tanto bajar el coste de la vida nos sobrará dinero a espuertas.
Los ciudadanos no debemos quejarnos: no nos han subido los impuestos. Gracias a Blanco podemos dormir tranquilos, sólo se trata de actualizaciones, de ponernos al día, de no estar desfasados. Pero lo que por un lado te sobra, por el otro te lo quitan y seguimos igual de mal. La vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, ha dicho que 400 millones de euros de esas actualizaciones irán a los dependientes en aplicación de la ley de dependencia.
Asimismo, no está mal que las actualizaciones de precios se apliquen a productos que no son de primera necesidad, como el tabaco y el alcohol, pero también tenemos derecho a darnos algún gusto sin que sea demasiado caro.
Antonio Nadal/Zaragoza

Forjados en la fábrica

Ramón Górriz es uno de esos luchadores forjados en la fábrica. Nació en 1928. Tras su paso por una empresa de fontanería, en el año 1949 entró a trabajar en GIESA, donde comenzaron sus inquietudes políticas y sindicales.
A pesar de todas las dificultades, del aparato de control y represión, con el apoyo de camaradas logró infiltrarse y llegar a ser enlace en el Sindicato Vertical franquista, consiguiendo mejoras para los trabajadores de la fábrica y sembrar una conciencia reivindicativa que continuaría durante toda la existencia de GIESA. En 1958 fue detenido y, tras un breve paso por Torrero, fue sometido a un Consejo de Guerra y encarcelado en Carabanchel hasta la amnistía por la muerte del Papa Pío XII.
La labor de Ramón y la de otros camaradas en los tempranos 50 fue fundamental en la conformación de las clandestinas Comisiones Obreras y en la organización de las células del Partido Comunista de España. Tras la cárcel se incorporó a la fábrica Valman, continuando su labor de agitación. Ramón cumplió ayer 81 años y continúa su labor comprometida.
Desde el PCE de Aragón queremos felicitarlo y darle la enhorabuena por su compromiso inquebrantable con la defensa de los derechos de la clase trabajadora. Junto a otros luchadores obreros, es el ejemplo de que con la movilización y con la lucha organizada se pueden ganar
derechos.
Laura José Lagunas/S. Memoria Histórica PCA/PCE

El desafío de Fiat
Leí la columna de Isaac Rosa "El que quiera trabajo que se lo pague" y no pude más que coincidir, un vez más, con sus reflexiones. Soy trabajador de la empresa Iveco, antes Pegaso, amenazada con un Expediente de Regulación de Empleo para despedir a más de 1.000 trabajadores. Como tantos trabajadores del sector de la automoción y de otros sectores asisto desde la reivindicación y la lucha en mi sindicato, CGT, a la continua degeneración de las relaciones laborales.
El caso de Iveco es excepcional. Fiat compró Pegaso por nada, ajustó la plantilla y acumuló millones de beneficios a través de la especulación de terrenos en los tiempos del pelotazo. Puso en práctica todas las modalidades de flexibilidad laboral, contratación y técnicas abusivas de productividad para acumular beneficios millonarios durante los últimos años, incluido 2008.
Ante el ERE, la única posición de la empresa ha sido poner 1.000 rehenes encima de la mesa para chantajear a las administraciones y a los trabajadores. Al parecer ha conseguido su objetivo. Tras anunciar que, si no le daban dinero, se iba rápido de la reunión, desbloqueó la negociación. Ha pasado el cepillo y ha conseguido sus millones para despedir, prejubilar y formar con el dinero de otros, como iba a hacer con Opel y ha hecho con otras empresas
diferentes.
¿Hasta cuándo el chantaje a la sociedad de las transnacionales? ¿Hasta cuándo rendirles pleitesía? ¿Tendremos que hacer como en Francia, es decir, pasar a retener a sus directivos para evitar que ellos secuestren a los trabajadores y pidan un rescate a la sociedad? O simplemente, que devuelvan los medios de producción, las marcas, la tecnología y los terrenos a sus legítimos propietarios: a la sociedad civil.
Heriberto Tella/Trabajador de Iveco (Madrid)

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