Cartas de los lectores

24 de noviembre

Las noticias dependen
Del alud de noticias sobre el Alakrana me llama poderosamente la atención la somera información acerca de los 20 tripulantes extranjeros que también sufrieron las penalidades del secuestro. Aparte de la referencia a la cifra y, en ocasiones, a su nacionalidad, ¿qué sabemos de esas personas? Desconocemos si sus gobiernos han estado atentos o involucrados en la solución del problema, si sus familiares han tenido algún tipo de ayuda o siquiera si alguien les facilitará la oportunidad de regresar a casa.
¿Habría sido igual el tratamiento en caso de ser ciudadanos europeos? Desgraciadamente, preocupación o indiferencia es una cuestión que depende de la clase social o la procedencia.
Alejandro Prieto Orviz / Gijón (Asturias)

Es hora de analizar la historia del ‘Alakrana’ con sosiego
Érase un país donde los pescadores autóctonos habían esquilmado la pesca de sus aguas jurisdiccionales. Tuvieron que buscar otros caladeros ricos en biomasa. Tomaron rumbo al Océano Índico. Unos piratas vieron en esa actividad una oportunidad para hacer negocio. Sorprendieron en plena faena a los pescadores desarmados, los tomaron como rehenes y pidieron un rescate multimillonario para liberarlos.
Los armadores del barco secuestrado y los gobernantes del país afectado se pusieron en contacto con un despacho de juristas londinense. Acordaron un pago equivalente a los fondos que reclama la FAO a los países ricos para aliviar la endémica hambruna de los países pobres.
La historia no se acaba aquí. Gobierno y armadores, en vez de buscar soluciones a las causas de la piratería marítima, acuerdan agravar el conflicto embarcando en los pesqueros a mercenarios armados hasta los dientes. La historia continúa y esta vez promete ser más apasionante, pues se han creado las condiciones precisas para que haya víctimas.
Luis Alejos Escarpe / Bilbao

El botín político viene después del botín económico
El desenlace final del pesquero Alakrana ha sido feliz para todos los marineros que estuvieron durante 47 días en manos de los piratas somalíes.
Desde el primer día se cuestionó la gestión del Gobierno. Curiosamente, una buena parte de la oposición se ha puesto en la piel de los piratas y ha aprovechado la tragedia de los secuestrados para sacar un botín político.
Para esto emplean un discurso visceral: "Es bochornoso, hacemos el ridículo en todas partes". Todo publicitado en sus medios afines, que parecen la crónica roja. ¿Estos son los que aspiran a gobernarnos?
Luis Enrique Dorado / Madrid

Los activos y los pasivos políticos del PP en esta legislatura
En esta legislatura los activos del PP son tres: la trama Gürtel, el caso Palma Arenas y la utilización política del secuestro del Alakrana. Con estas posiciones, el ciudadano se crispa, se envenena y desconfía de la política.
Los pasivos del PP son: proyectos cero, iniciativas cero y arrimar el hombro cero. Con este balance, la sociedad pasará al PP la factura que le tenga que pasar.
Manuel Guzmán Uceda / Cuenca

En 20 años no hemos aprendido a proteger a la infancia
Se dice que lo más hermoso es la infancia y la inocencia de esta etapa. Valoramos la niñez por encima de todo porque en ella está el futuro y, sin embargo, no hemos aprendido a protegerla. Hace 20 años se creó la Convención de los Derechos del Niño y la televisión aún arroja rostros infantiles que han perdido la inocencia a fuerza de guerras, abusos e injusticias. Como denuncia Amnistía Internacional, los menores son los más vulnerables en cualquier situación de conflicto, como el caso de Colombia, donde la inestabilidad ha obligado a un millón de niños a desplazarse a otros puntos del país. Aunque los adultos hemos perdido la fe en las palabras, es hora de pedir que los compromisos se cumplan, que todos los niños sean
niños con derechos y que
no les roben la infancia.
Adriana Espinosa González / Sevilla

Los productores, los compradores y los intermediarios
Acabo de pasar por delante de una frutería y he visto que las clementinas se venden a 2,75 euros el kilo. Me he sentido indignado al saber que esa misma fruta, a mis familiares de un pueblo de Valencia, se la están pagando a 0,25 euros el kilo. Dado que con esos precios no cubren los gastos de cultivo ni las pérdidas por heladas u otros riesgos, no me extraña la reciente manifestación de agricultores en Madrid ni que estén pensando en dejar secar los árboles.
¿Es lógica tanta diferencia entre lo que paga el consumidor y lo que recibe el productor? ¿Por qué la crisis la sufren siempre los productores y los consumidores pero nunca los intermediarios? Sería bueno que se hiciera un estudio para conocer los costes reales en cada fase del proceso de comercialización –recogida, acondicionamiento, transporte, venta, etc.–, así como los márgenes y beneficios que reporta a cada uno de los agentes que intervienen
en ese proceso.
Seguramente nos llevaríamos alguna sorpresa.
Freddy G. Bru / Girona

La ley debe proteger de la ocupación ilegal de viviendas
La ocupación de una vivienda supone un acto violento, un posible delito de allanamiento de morada y, en la mayoría de los casos, el expolio de los bienes depositados en su interior.
La persistencia de la ocupación plantea un problema de seguridad, y la Policía está obligada a identificar a todos los individuos que pisan el inmueble ocupado. El mismo celo que se lleva en el control de las estancias en hoteles y pensiones se debería observar en tales casos.
Cuando el ocupante hace obras sin licencia, lo más que se puede hacer es denunciarlo a los ayuntamientos, y estos imponer una multa que, si no se paga, recurrirá al embargo, pero que no podrá actuar contra la propiedad del infractor, pues este no es el propietario. La ley de Propiedad Horizontal deja escaso margen de actuación en estos dos últimos aspectos citados.
Por otra parte, las compañías de electricidad, gas o teléfono mantienen los contratos vigentes o realizan unos nuevos con los ocupantes, incurriendo en graves irregularidades.
Existen lagunas jurídicas y administrativas. Quizás las Administraciones deberían actuar más y mejor en sus atribuciones y el Parlamento legislar si es necesario. Y no dejar todo en manos de los jueces, que actúan con las leyes existentes.
José Rafael Gutiérrez Vizuete / Madrid

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