Cartas de los lectores

1 de febrero

El curso de revisionismo histórico convocado por Esperanza Aguirre
La Consejería de Educación de la Comunidad de Esperanza Aguirre (de Madrid, quería decir) ha convocado un curso dirigido a catedráticos y profesores de enseñanza Secundaria entre cuyos objetivos está el de "considerar la España de la II República y de la Guerra Civil desde nuevas perspectivas historiográficas y didácticas".
En dicho curso a celebrar ahora, en febrero, intervendrán siete ponentes, de los cuales cinco (el 71%) son estos: José María Marco colaborador habitual de Libertad Digital, ex tertuliano de la Cope e invitado frecuente al noticiario que dirigía Sánchez Dragó en Telemadrid; Ángel David Martín, sacerdote, autor de obras como Los mitos de la represión en la Guerra Civil, libro publicitado en medios ultraderechistas; Fernando Puell, coronel del ejército; Jorge Vilches, columnista de Libertad Digital; y, para rematar el quinteto, el ínclito Pío Moa. La convocatoria no dice qué tipo de saludo se hará al finalizar el curso.
Enrique Chicote Serna / Arganda del Rey (Madrid)

Propongo el plan 75 contra la medida de jubilación a los 67
75 años es una buena media de vida a la que todos y todas deberíamos aspirar a llegar y, sin embargo, salvando honrosas excepciones centenarias, cada vez caen más amigos en el entorno de los 60, añete arriba o abajo. Muchos de ellos y ellas comenzaron a trabajar con 14 ó 15 años, muchos cambios de empleo, mucho estrés y, al final, cáncer, corazón o carretera y se acabó.
Yo os propongo, como programa político, la vida de los tres tramos de 25 años. De 0 a 25, familia, escuela, el instituto, y la universidad o la formación profesional, es decir, en este primer tramo nos formamos.
De 25 a 50 nos dedicamos a trabajar no más de 35 horas semanales y a cotizar, a ser posible sin mucha movilidad laboral para hacer familia, o no, pero en cualquier caso que el trabajo no mine en exceso la salud para llegar al tercer tramo, de 50 a 75 años, en condiciones óptimas para viajar, divertirnos y, en definitiva, vivir y transmitir valores y no achaques a nuestros descendientes.
Este es el buen camino. Si empujamos todos desde donde esté cada uno, puede que algún día lo consigamos.
Antonio Ortiz Ortiz / Sevilla

Tratamientos para superar la crisis económica
Muchas son las recetas que se escuchan para superar la crisis actual, pero básicamente pueden agruparse en dos grupos: la receta conservadora y la de izquierdas.
La primera consiste en bajar los impuestos, recortar el gasto de la Administración, bajar los sueldos al personal, abaratar los despidos, aumentar la jornada laboral, bajar prestaciones sociales y aumentar la edad de jubilación.
La formula de izquierdas consiste en subir los impuestos, disminuir la jornada laboral para repartir el trabajo entre todos, mantener las prestaciones sociales, bajar la edad de jubilación, y también se aviene a controlar más el gasto publico.

No cabe duda de que, con las medidas conservadoras, la crisis económica bajaría rápidamente, pero la crisis social no sólo no se arreglaría sino que se agravaría debido a la bajada de las prestaciones sociales, a la disminución de los salarios y al abaratamiento de los despidos. O sea, desaparecería la crisis económica pero aumentaría la crisis social.
En contrapartida, las medidas de la izquierda hacen aumentar la presión fiscal a las clases altas, a expensas de no perjudicar a los trabajadores de perfil medio y bajo. O sea, la crisis económica pasaría a ser soportada por las clases más acomodadas.
Observando la tendencia actual de las naciones de este mundo, vemos cómo año tras año aumentan las diferencias de poder adquisitivo entre más los ricos y los más pobres, por lo que la solución de la izquierda la considero más justa al ser un agente nivelador de diferencias. Hace tiempo que el mundo nos está reclamando este reajuste a gritos.
Antonio Lago Díaz Donas / Gondomar (Pontevedra)

Quiero seguir estudiando y aprendiendo en la escuela para adultos
Soy Carmen, tengo 45 años y hasta ahora nunca había tenido oportunidad de estudiar. Casi siempre mi problema era el dinero, pues las academias son muy caras y yo no me las puedo permitir. Encontré la asociación Gandalf, una asociación no lucrativa, es decir, que depende de las subvenciones de la Comunidad de Madrid, subvenciones que este año no va a recibir. Esto significa que esta, como tantas otras asociaciones, tendrá que cerrar. Este cierre supone no sólo que yo me quede sin aprender, sino la pérdida de otras muchas actividades: clases para adultos, gracias a las cuales se puede aprender a leer y a escribir; clases que enseñan nuestro idioma a personas extranjeras para que puedan integrarse; clases de cultura general para adultos que necesitan tener conocimientos generales; clases para jóvenes sin estudios, para que tengan una titulación mínima...
La falta de la subvención supondría un desastre para todos aquellos que acudimos a estas asociaciones y para las personas que, altruistamente, dedican su tiempo, conocimientos y esfuerzo para que todo esto funcione. ¿A dónde va el dinero de nuestros impuestos?
Carmen Jiménez Expósito / Madrid

Un recuerdo al gran escritor estadounidense J. D. Salinger
El escritor vivió siempre apartado de la vida pública. Entre otras cosas, dijo que "lo que distingue al hombre insensato del sensato es que el primero ansía morir orgullosamente por una causa, mientras el segundo aspira a vivir humildemente por ella". Como él.
Josep Robert Reig Miró / Barcelona

Gana la banca
Me preocupa el descaro con que los gobernantes están actuando frente a la crisis. Sus conductas son una mezcla de impunidad, estupidez y ceguera capitalista a partes iguales. Dan por cierta la teoría de que una gran masa de dinero ha sido robada sin que sea posible identificar a los ladrones. Añaden que es urgente restituir ese dinero y acto seguido lo inyectan desde las arcas del Estado. Incluso Zapatero, el idealista (de boquilla), ha aceptado esta teoría que, si algo demuestra, es el descaro miserable con que los grandes financieros engañan a la gente.
Paro a borbotones y un Estado cada vez más pobre nos demuestran que los grandes millonarios sí ven posible engañar a todos todo el tiempo.
Pablo González Caballero / Madrid

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