Mis rollitos chinos

Locos por el Mundial

El año en que China logre calificarse de nuevo para un Mundial será memorable. Este país vive una nueva revolución, la del zuqiu, el futbol. Esta tarde me he encontrado a Eric, nombre inglés del camarero de mi cafetería favorita en Pekín, dormido detrás de la caja. "Ay, perdona, es que apenas he dormido. Después del Francia- Suráfrica me quedé hasta las tantas mirando el Argentina-Grecia. Llevo toda la semana así", me ha dicho mientras me devolvía el cambio, sin apenas abrir los ojos.
Eric, un chico de 21 años, nacido en una aldea rural de Mongolia Interior, es uno de los tantos millones de chinos dispuestos a pasarse la noche en vela para no perderse ni un solo partido del Mundial. El último partido se emite aquí a las 2.30 am (hora local), y generalmente no termina hasta pasadas las 4.30 de la madrugada.  Algunos blogs y foros online aseguran que en webs como taobao, el portal de compra por Internet más popular de China, es posible encontrar certificados médicos falsificados para justificar ausencias en el trabajo.

"He seguido los dos partidos de España. Fue una lástima que perdiese contra Suiza, pero menos mal que ganó a Honduras",  comenta Eric, que se sabe de memoria los nombres de todos los jugadores del Barça, "el mejor equipo del mundo", asegura. A lo largo del año,  Eric me ha puesto al día de la Liga española mientras yo me bebía el espresso. "Muy corto", insisto siempre. Como me me ha cogido cariño, insiste en ponerme un café doble o en regalarme un latte. Para él, un espresso es una bebida  extraordinariamente cara, teniendo en cuenta el tamaño.
Esta semana, Eric está tan dormido que no me hace ni caso. Ni si quiera le apetece practicar inglés, a menos que sea para hablar de futbol. En Pekín se han vuelto locos con el Mundial. Te encuentras  pantallas gigantes y televisores por toda la ciudad:  en los viejos hutongs del centro, en el barrio pijo-guais de Sanlitun, en los anodinos suburbios residenciales, en el pub irlandés frente a la Embajada alemana, en la cantina de fideos fritos que hay debajo de mi casa....    La gente hace quinielas, apuesta dinero y se reúne con los amigos para cenar o emborracharse de cerveza mientras ven juntos partidos tan "aburridos" (repito textualmente lo que dicen algunos entendidos), como el de la inauguración, Mexico-Suráfrica.

El viernes pasado  fui con mi novio y unos amigos alemanes a ver Alemania-Serbia  en el restaurante bávaro de Gongti Dong  Lu, una avenida cercana a la zona de bares de Sanlitun. En la mesa de al lado, un grupo de jóvenes chinos vestidos con camisetas de la selección alemana seguía con pasión el partido, a la vez que engullían  salchichas y kartoffelsalat . Mi novio – capaz de interpretar mejor que yo en qué momento del partido es apropiado gritar "aaai", "uuuy", "casi" o "cabrón" - , llegó a la conclusión de que "no se enteraban de nada".  Sin embargo, se lo estaban pasando bomba. Especialmente, cuando vieron que mi novio y nuestros alemanes empezaron a gritarle "sha bi" al árbitro (español,  por cierto).  En chino, sha bi significa "gilipollas" o algo parecido.  Nos hemos aprendido la palabrita de memoria, ya que nuestro apartamento está muy cerca del Estadio de los Trabajadores, el estadio del equipo local, el Beijing Guoan, y cuando hay partido oímos perfectamente la lluvia de insultos sobre el equipo contrario.  Sha bi se pronuncia igual que "Xavi", el jugador del F.C. Barcelona. Por eso, cuando en verano de 2007  el Barça vino a jugar a Pekín, los organizadores pidieron a los fans del Guoan que, por favor, cambiaran ese día de insulto.

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