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El cerebro del futuro (II)

ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

* Director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, Burgos

Hace un par de semanas especulaba sobre una cuestión que suele despertar la curiosidad y la inquietud de no pocas personas: ¿tendremos en el futuro un cerebro mucho más grande que en la actualidad? Doy por supuesto que hablamos de un futuro muy lejano, de bastantes milenios. La respuesta es afirmativa y existen mecanismos biológicos para lograrlo. Quizá el más plausible consiste en prolongar la infancia y la niñez y disponer de más tiempo para el crecimiento cerebral. Sin embargo, el gasto energético empleado tanto en la prolongación del desarrollo como el mantenimiento y funcionamiento del órgano más costoso de nuestro organismo pone en serias dudas la posibilidad de que el cerebro siga incrementando su tamaño.

Por descontado, el trasfondo de la pregunta plantea la posibilidad de que nuestra inteligencia y capacidades cognitivas continúen aumentando, como durante los últimos dos millones de años. En este punto, es importante recordar que, además de un incremento considerable del tamaño cerebral con respecto a las primeras especies del género Homo, también hemos ralentizado el desarrollo de los tejidos cerebrales. Nacemos con un cerebro tan grande como el de los chimpancés adultos (350-380 gramos), pero apenas somos capaces de llorar y gemir para llamar la atención de nuestra madre. Tardamos muchos años en lograr la plenitud de nuestras capacidades cognitivas, un hecho ventajoso para la especie puesto que podemos asimilar una enorme cantidad de información durante más tiempo.

Por otro lado, durante la evolución del género Homo no sólo hemos aumentado la cantidad de neuronas que forman parte del neocórtex, sino que se ha multiplicado el número de conexiones entre la células cerebrales y la complejidad de los árboles dendríticos que forman la red neuronal. Un desarrollo ralentizado unido a la posibilidad de incrementar la conectividad de las neuronas representan un mecanismo tremendamente eficaz para lograr un cerebro con mayores capacidades cognitivas, sin necesidad de aumentar el tamaño.

En conclusión, me atrevería a predecir que los humanos del futuro podríamos llegar a tener un cerebro más complejo, pero de un tamaño similar al actual. Claro que tanto los grandes logros de la humanidad como sus grandes miserias están en relación directa con el mayor grado de inteligencia logrado sobre todo por nuestra especie. Y me temo que el aspecto negativo está ganando por goleada. Así pues, cuando se me pregunta sobre el aspecto físico de la humanidad en el futuro tengo que hacer grandes esfuerzos para responder con optimismo y confiar en que aún nos queda mucho tiempo para seguir evolucionando.

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