La ciencia es la única noticia

¿La fuerza del destino?

CIENCIA DE PEGA // MIGUEL ÁNGEL SABADELL

En 1970 aparecía el libro del premio Nobel de Medicina Jacques Monod El azar y la necesidad. Una reflexión del mundo y el ser humano que suscitó debates porque defendía que la vida es un simple accidente en la historia de la naturaleza: "El hombre vive en un mundo extraño; un mundo que es sordo a su música, y tan indiferente a sus esperanzas como a sus sufrimientos y sus crímenes".

¿Existe el destino? Antes de responder habría que definirlo. Según la Real Academia Española es "una fuerza desconocida que se cree obra sobre los hombres y los sucesos"; pero eso no es decir mucho. ¿Qué es esa fuerza irresistible? Se dice que todo tiene un motivo. ¿Qué razón hay para que te toque el gordo de Navidad? ¿No será que nos negamos a aceptar la aleatoriedad del mundo? Los experimentos de la psicóloga Susan Blackmore han demostrado que quienes tienen creencias paranormales tienden a estimar la probabilidad de las coincidencias más bajas de lo que en realidad son.

El destino siempre ha estado relacionado con lo sobrenatural: si el futuro está predeterminado, alguien debe haberlo hecho. Llamémoslo Dios o Energía Vibratoria Multidimensional. Somos dignos herederos de Grecia y sus Moiras, que tejían el futuro al nacer. El destino griego, impregnado de fatalidad, ha persistido hasta hoy: nadie habla de destino cuando gana, sino cuando pierde.

A veces lo invocamos porque necesitamos de Justicia. Si miramos a nuestro alrededor, descubrimos que el mundo es todo menos justo: Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos. Pero en nuestro fuero interno necesitamos que exista algún tipo de sentencia divina que ponga las cosas en su sitio y nos recompense por el esfuerzo. Este mensaje es un clásico entre los autores de psicología pop, esos mercaderes de felicidad que nos tranquilizan con frases como: "La Creación es justa. Lo que sembramos es lo que cosechamos".

La creencia en un destino tampoco se puede separar de la psicología. Muchos experimentos han demostrado que el ser humano necesita encontrar razones para lo que sucede. Si no las ve, las busca; si no las encuentra, las inventa. Uno de los sesgos cognitivos de la depresión es el fatalismo: la indefensión ante los sucesos se interpreta en función de que ése es su sino. El destino también es una buena excusa. Un buen propósito para 2008 sería no caer en esa tentación.

Más Noticias