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¿Para qué vamos al médico?

DE PUERTAS ADENTRO // MARÍA ÁNGELES DURÁN

*Profesora de Investigación del CSIC

Las razones por las que se acude al médico son variadas, pero menos de la mitad de las consultas médicas en España tienen por objetivo el diagnóstico o el tratamiento directo. En las últimas dos semanas, acudieron a consulta médica el 24% de los varones y el 32% de las mujeres. A excepción del primer quinquenio de vida, en que son llevados al médico más los niños que las niñas, las mujeres acuden más al médico que los varones en todos los grupos de edad hasta los 75 años, en que proporcionalmente empiezan a ser más frecuentes las consultas de varones. La edad de máxima diferencia en el uso de este servicio se produce entre los 45 y los 54 años; en ese grupo de edad, las mujeres casi duplican el índice de consultas médicas de los varones (Encuesta Nacional de Salud).

Una cuarta parte de las consultas se destinan a revisión y casi otra cuarta parte, a búsqueda de recetas. Entre los mayores de 65 años, la proporción de visitas al médico que tienen por objetivo la búsqueda de recetas llega al 37%, la mayoría, para enfermedades crónicas. En este último componente, habría que deslindar lo que la consulta aporta al cuidado de la salud y su función disuasoria del consumo entre los asegurados, al espaciar y hacer costosa en tiempo la

obtención de recetas.

El temor a la pérdida de tiempo reduce el uso de consultas médicas, especialmente entre los ocupados, y abarata el sistema; pero favorece la automedicación y deriva las consultas desde los sistemas más lentos hacia los más rápidos y, en general, desde la medicina pública hacia la medicina privada. Muchos trabajadores sienten que no pueden concederse el tiempo requerido por el sistema sanitario y prefieren prescindir de él, así que no asisten a las consultas médicas a las que les convendría ir o bien optan por la automedicación.

Más de la mitad de las personas ha consumido alguna medicina en las dos semanas anteriores a la encuesta; entre los mayores de 75 años, sobrepasan el 90%. El consumo de medicinas es menor en los grupos de nivel socioeconómico más alto y el máximo consumo se produce entre los trabajadores no cualificados, aunque en ello influye que su edad media es más alta que la de otros grupos profesionales. La automedicación sigue el patrón inverso a la medicación y los directivos se automedican (un 22% de ellos) bastante más que los trabajadores no cualificados.

En la economía de la salud se producen paradojas como ésta, que los que disfrutan mejores recursos monetarios pueden ser, simultáneamente, tan pobres en tiempo que necesitan restringir el cuidado de su salud por debajo de lo razonable.

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