La ciencia es la única noticia

Si bebe, no investigue

VENTANA DE OTROS OJOS // MIGUEL DELIBES DE CASTRO

*Profesor de Investigación del CSIC

Publicar un artículo en una buena revista científica es muy difícil. Casi me atrevería a decir que cada vez cuesta más, si no fuera porque soy consciente de que, tanto como el posible endurecimiento de los editores, contribuye a esa sensación el paso del tiempo y la consiguiente merma de mis capacidades (sin rodeos, cada vez me cuesta más a mí). En todo caso, cuando una revista de prestigio nos acepta un manuscrito, solemos celebrarlo tomando unas copas. A partir de ahora, tal vez deberíamos pensarlo dos veces.

Ha llegado a mis manos un estudio perturbador. Está prepublicado en la versión digital de Oikos, una revista importante en ecología, y su autor es el checo Tomás Grim. El bueno de Grim no se corta un pelo a la hora de plantear su hipótesis: puesto que el alcohol disminuye el rendimiento intelectual, tanto a corto (en el plano fisiológico) como a largo plazo (en el plano psicológico), los científicos que beben deberían ser peores que los que no lo hacen.

Tomás preguntó a todos los investigadores checos en biología evolutiva y comportamiento de aves cuántas cervezas bebían por semana. Corrigió por la edad y el tiempo dedicado a investigar, lo repitió con cuatro años de diferencia, etc., y acabó relacionando el consumo anual de cerveza con tres variables indicadoras de éxito científico: el número de artículos publicados, el número de veces que otros colegas los habían citado y el número medio de citas por artículo.

Es cierto que no consiguió la colaboración de muchos colegas (tan sólo 18 el primer año y 34 el segundo), y ni siquiera sabemos si alguno le engañó, ya fuera por presumir de abstemio, ya de bebedor, o por gastarle una broma, pero, aún con tamaños de muestra tan reducidos, encontró una relación negativa y significativa entre la cantidad de cerveza bebida por año y el rendimiento científico. De acuerdo con sus resultados, los bebedores publican menos artículos y con menos impacto. Osó, incluso, dar otro paso: los investigadores de Bohemia rinden menos que los de Moravia, y precisamente en Bohemia se bebe más.

Uno tiene la sensación de que la relación de causa a efecto no está bien establecida en el estudio (por ejemplo, beber más podría ser una consecuencia del escaso éxito, y no al revés), que con los mismos argumentos quizás habría sido rechazado de tratar un tema menos llamativo. Además, ya saben lo que tiene la estadística: muestra tendencias, probabilidades, pero no puede dar razón del destino de un individuo concreto. Sin ir más lejos, como muchos de mis colegas me considero una honrosa excepción a esa norma de Grim. Así que acabo de brindar por ello con una cerveza. Salud.

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