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Correo en el siglo XVI

Ciencia de pega// Miguel Ángel Sabadell

Johann Heidenberg, más conocido como Johannes Trithemius o Tritemio, escribió en 1500 una obra, Steganographia (publicada en 1606) que le ha dado la fama de ser una de las figuras más prominentes del ocultismo –Álex de la Iglesia hizo uso de él en El día de la bestia–. En él afirmaba poder enviar mensajes todo lo lejos que se quisiera en menos de un día sin usar cartas ni mensajeros, sino con espíritus: una gran parte del libro está dedicada a invocaciones, además de listar sus nombres y rangos, números, subordinados, horas del día, planetas y constelaciones a los que están asociados.

Dividido en tres libros, los dos primeros cuentan la manera de conseguir su ayuda. El método es bastante tonto: escribes la carta, recitando el ritual apropiado invocas al ángel –por ejemplo, Padiel aporsy mesarpon omeuas peludyn malpreaxo- y el espíritu-cartero aparecerá y llevará el mensaje al destinatario, que lo recibirá si usa la invocación oportuna. El libro III es sutilmente diferente: ya no es fundamental la invocación sino el cálculo de las cuestiones astrológicas del ángel y del momento en que se realiza: hay 28 inteligencias planetarias, cuatro por cada uno de los siete planetas. No es de extrañar que semejante texto entrase de cabeza en el Índice de los Libros Prohibidos de la Iglesia Católica.

Pero para tristeza de ocultistas, la Steganographia es un libro escrito en clave. En el mismo 1606 se imprimía Clavis Steganographiae, cuyo autor pudo ser Tritemio o alguien cercano a él. En él se explicaba cómo descifrar los libros I y II. Los encantamientos son, en realidad, instrucciones encriptadas para ocultar mensajes en cartas-tapadera. Sin embargo, Clavis no dice nada del Libro III. De las 180 páginas de la edición de 1608, sólo 21 pertenecen a esa parte.

El misterio se mantuvo durante 500 años. En 1993, el lingüista Thomas Ernst rompía la cifra, pero al publicarlo en la desconocida revista holandesa Daphnis su trabajo pasó desapercibido. Tres años más tarde, el matemático Jim Reeds hacía lo propio de manera totalmente independiente, llegando a la misma conclusión. En esencia, la técnica de Tritemio era una versión primitiva de la Enigma, la máquina alemana de cifrar mensajes durante la II Guerra Mundial y, que para romper, los británicos tuvieron que inventar su propia máquina, La Bomba de Alan Turing.

Así Tritemio consiguió, y aún consigue, convencer de que con su libro se puede contactar con los espíritus.

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