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Evolución biológica y tecnología

ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO 

* Director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, Burgos.

La tecnología es una adaptación no somática que se originó hace dos millones y medio de años de la mente de ciertos homínidos africanos. Sólo en los últimos cien años la tecnología ha alcanzando un desarrollo extraordinario gracias a la intensa interacción entre los individuos más inteligentes de Homo sapiens. La suma de mentes privilegiadas ha posibilitado este enorme progreso y ha puesto al servicio de la especie herramientas muy poderosas que, en apariencia, posibilitarán nuestra completa adaptación a cualquier cambio que se produzca en el entorno. En otras palabras, Homo sapiens estaría capacitada para superar el destino final de todas las especies del planeta: su extinción. Por el momento todos los indicios sugieren que aún estamos muy lejos de conseguir esta hazaña.

En cualquier caso, la progresión geométrica de los avances de la ciencia y la tecnología han sido extraordinarios, y ya nos planteamos la posibilidad de colonizar otros planetas. A escala evolutiva, sin embargo, dos millones de años es apenas un suspiro del planeta. Los genetistas han confirmado que nuestra distancia biológica con los chimpancés, con quienes compartimos un antecesor común, es muy pequeña. Desde que los homínidos comenzaron a fabricar sus primeras herramientas de piedra, los cambios biológicos han sido de escasa entidad. Bien es verdad que nuestro cerebro ha triplicado su volumen y desarrollado capacidades como la planificación, la estandarización, el simbolismo o el gusto por las artes. Pero no hemos dejado atrás ciertos rasgos heredados de nuestro ancestro común con los chimpancés, como el fuerte componente territorial y jerárquico, que genera un alto grado de tribalidad y agresividad. Nuestro modelo de conducta sexual sigue pautas ancestrales, encubiertas por las normas del entorno social en el que vivimos y nuestro comportamiento fuera de las leyes que nos regulan deja mucho que desear.

Así pues, nos enfrentamos a una clara disociación entre biología y tecnología. La evolución biológica ha seguido sus propias pautas, que incluyen posibles saltos cualitativos, como sugería en el siglo pasado el biólogo evolucionista Stephen Jay Gould. La mente de Homo sapiens puede considerarse como una rápida adaptación biológica, sin duda influida y acelerada por su mutua interacción con la tecnología. Pero está última ha puesto un ritmo infernal que la biología no puede seguir. Nos seguimos comportando como lo que somos, primates con un elevado grado de encefalización y conciencia individual, pero provistos de una sofisticada tecnología al servicio de nuestros intereses económicos, territoriales y tribales. Aún carecemos de una conciencia global y social, que pueda velar por el interés de todos los individuos de la especie.

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