La ciencia es la única noticia

Caramba y Maravilla

ESPIONAJE // FERNANDO G. SANZ

* Investigador del Instituto de Historia (CSIC)

La acción de los traidores es inherente históricamente a la propia labor del espionaje y, en buena medida, la captación de agentes enemigos forma parte de las misiones habituales de los servicios secretos. Muchos fueron en España los que vendieron su trabajo al enemigo poniendo en evidencia su espíritu patriótico. De todos, pocos pudieron igualarse a los que, todavía hoy, conocemos sólo por los nombres en clave que les atribuyeron los servicios de información franceses para quienes trabajaron: Caramba y Maravilla.

El primero de ellos hace referencia a uno de los agentes (o grupo de agentes) más eficaces con los que contaron los servicios de información franceses en España. Entre el verano de 1917 y el final de la guerra aportó centenares de informaciones que ponían al descubierto los más entresijos del cuadro de mandos (Madrid) de la red alemana en España y sus actividades en Marruecos y el Centro y Sur de América. No sólo esto, gracias a sus informaciones sabemos, por ejemplo, que la Embajada alemana gastó 1.150.000 pesetas para apoyar a "sus" candidatos en las elecciones españolas de febrero de 1918; o que el ine-fable Alejandro Lerroux ofreció al embajador realizar, para esas mismas elecciones, una campaña a su favor a cambio de dos millones.

El caso de Maravilla fue distinto, porque de sus informaciones se dedujeron graves consecuencias para los implicados. Denominado en ocasiones Wunderling (probablemente otro seudónimo: significa lo mismo en alemán), era un importante agente de la red alemana en Barcelona que tendría la misión de hacer llegar a Berlín la correspondencia del Consulado. Así facilitó la detención en Francia de numerosos espías. En julio de 1917 eran ya cinco los ajusticiados y sus ganancias por las primas se elevaban a más de 50.000 pesetas.

Más Noticias