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Dos maneras de despetarse a las tres de la mañana

CIENCIA SOÑADA// JORGE BARRERO

Otto Loewi compró su libertad por 79.925 coronas suecas. En 1938, una patrulla militar entró en su residencia austriaca a las tres de la mañana para hacerle prisionero. El científico judío logró salir del país tras transferir a una cuenta nazi el dinero que el rey de Suecia le había entregado dos años antes, cuando ganó el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, compartido con Henry Dale.

La investigación que proporcionó a Loewi el premio y, a la postre, salvó su vida, es heredera de otro Nobel, el de Santiago Ramón y Cajal. La obra de Cajal refutó la teoría reticulista, que asimilaba el sistema nervioso a un cable único, largo y ramificado. Cajal demostró la existencia de discontinuidades en el cableado neuronal, pero dejó abierto el debate sobre la naturaleza de la conexión entre las neuronas. La controversia entre aquellos que defendían un contacto puramente eléctrico y los que sugerían la existencia de mensajeros químicos o neurotransmisores se solventó gracias a un sueño.

Cierta madrugada, Loewi despertó súbitamente inspirado y anotó algunas ideas sobre el experimento que estaba diseñando. Al día siguiente descubrió que aquellas notas eran apenas garabatos e, impotente, trató de recordar lo que había soñado. Bien entrada la noche desistió y cayó rendido. Por fortuna, el sueño se repitió y esta vez Otto pudo retenerlo. Eran las tres de la mañana del día de Pascua de 1920. Loewi acababa de imaginar el ensayo que le haría célebre.

El experimento es elegante y sencillo: estimulando el nervio vago de una rana, Otto logró reducir su frecuencia cardiaca. Para descubrir si el efecto se debía a una corriente eléctrica o a una sustancia, extrajo los fluidos de ese corazón y los aplicó a una segunda rana, que no había sido previamente estimulada. Cuando observó que ésta también reducía su pulso, pudo concluir que el fluido contenía una sustancia capaz de modular la transmisión del impulso nervioso del nervio vago al corazón: un neurotransmisor. La misteriosa sustancia (acetilcolina) fue más tarde descrita por Dale, el científico británico premiado junto a Loewi.

El exilio de Loewi volvió a reunir a ambos investigadores. Otto buscó refugio, en el momento más duro de su vida, junto al colega con quien había compartido la gloria. Dale estuvo a la altura de las circunstancias. En la misma estación de tren donde lo esperaba, entregó a Loewi su parte del premio, otras 79.925 coronas, para ayudarle a comenzar una nueva vida.

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