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Una tal Hipatia

EL ELECTRÓN LIBRE // MANUEL LOZANO LEYVA

* Catedrático de Física Atómica Molecular y Nuclear, Universidad de Sevilla

En un cierto foro nos juntaron a un historiador, un científico, un teólogo y un filósofo, o sea, que era uno de esos actos sociales que no sirven para nada. Una periodista nos preguntó si había habido en la antigüedad alguna científica o filósofa importante. Fue el historiador el que respondió, con una insegura alusión a una tal Hipatia. Confieso, con pudor, que ese bello nombre apenas me sonaba. De regreso a mi tajo, indagué en Internet y me fui sintiendo tan fascinado por aquella mujer que terminé consultando textos clásicos, en particular algunos descatalogados, de los atesorados por la Universidad de California.

Hipatia fue matemática y cabeza del neoplatonismo en su época, finales del siglo IV. Enseñó en el mayor centro científico y cultural del mundo: la biblioteca de Alejandría, cuyo director, el matemático Teón, era su padre. Este hombre hizo con su hija un experimento que se repitió después en la historia y casi siempre sin éxito: formar a un ser humano perfecto. Pero con Hipatia lo consiguió, basando Teón su formación en el ejercicio físico y las matemáticas. Con el tiempo, la elocuencia de Hipatia, su modestia y su belleza, combinadas con una gran potencia intelectual, atrajeron a infinidad de discípulos, entre ellos Silesio, el obispo de Cirene, cuya admiración seguramente se transformó en amor. Gracias en buena medida a las cartas de Silesio, conocemos parte de las aportaciones de Hipatia a las ecuaciones diofánticas, las cónicas, el higroscopio, el astrolabio, el canon astronómico de Ptolomeo, etcétera.

El prefecto romano Orestes departía a menudo con Hipatia y quizá sentía algo al estilo de Silesio, porque constancia queda de su preocupación (¿celos?) por algunos de sus alumnos particulares. Pero, ¡ay!, en aquella Alejandría medio cristiana medraba el pérfido patriarca Cirilo. Este fanático organizó el asesinato de Orestes a manos de un grupo de monjes. Asaltaron al prefecto en 414 y lo hirieron de gravedad, pero sobrevivió. Orestes mandó torturar al jefe de los monjes hasta la muerte. Cirilo, enloquecido, respondió dirigiendo otra chusma de monjes y enardecidos contra Hipatia, la excelsa pagana amiga del prefecto, quienes (traduzco a un tal Sócrates Escolástico, coetáneo de Hipatia): "Asaltaron su carruaje, la arrastraron hasta una iglesia llamada Caesarium, la desnudaron, la despellejaron con conchas afiladas, la descuartizaron y llevaron sus restos hasta una plaza llamada Cinaron, donde los quemaron hasta reducirlos a cenizas". Orestes fue destituido por no haber evitado el asesinato, mientras que la Iglesia declaraba santo a Cirilo. Así, aquel acto brutal abrió la puerta al tenebrismo religioso de la Edad Media. La vida y obra de Hipatia ha de estudiarse en bachiller, sea en Matemáticas, Historia, Filosofía o, mejor, en Educación para la ciudadanía.

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