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La revolución dialéctica

El juego de la ciencia// Carlo Frabetti

* Escritor y matemático

La dialéctica es tan antigua como el lenguaje, y ya Platón dijo, siguiendo a Sócrates, que el diálogo es la vía maestra del conocimiento. Hegel, inspirándose en el pujante método científico de Galileo y Newton, desarrolló y sistematizó la dialéctica hasta convertirla en la mejor herramienta intelectual de la que disponemos. Y Marx y Engels la limpiaron de polvo idealista y paja retórica para ponerla al servicio de la transformación del mundo. Pero un proceso dialéctico –un diálogo de cualquier tipo–, para desarrollarse con fluidez, requería hasta hace poco condiciones de proximidad similares a las del ágora ateniense o la Academia platónica, difíciles de extender a ámbitos más amplios. De ahí que el rapidísimo avance de la ciencia en los últimos tiempos se deba, en gran medida, a que ahora los científicos de todo el mundo pueden comunicarse y debatir en tiempo real, lo cual era impensable hace apenas unas décadas.

Y, paralelamente, la divulgación científica, esa importantísima vertiente didáctica y coloquial de la ciencia que la conecta con el conjunto de la sociedad (para enriquecimiento no solo de la sociedad sino también de la ciencia), se ha beneficiado de forma espectacular de las posibilidades que nos brindan las nuevas tecnologías. Una sección como esta no sería la misma, ni siquiera parecida, si la comunicación con los lectores y las lectoras tuviera que limitarse al correo postal. Gracias a esa inmensa ágora virtual que es Internet, estas columnas encuentran en el blog la amplitud prácticamente ilimitada y la interactividad casi instantánea que el papel impreso no puede conceder.

Pero pronto, gracias al papel electrónico, se podrá pasar sin intermediarios de los libros y los periódicos al ciberespacio. Y una televisión cada vez más interactiva e integrada con el ordenador personal, junto con la proliferación de blogs, webs y foros digitales, propiciará nuevas formas de participación y telepresencia. Y asistiremos a una nueva y encarnizada batalla entre quienes intentan sojuzgarnos y quienes luchan por la emancipación de las personas y de los pueblos. Si la revolución dialéctica –el diálogo sin fronteras– triunfa sobre la involución monoléctica –es decir, sobre la manipulación de las nuevas tecnologías por los poderes establecidos para imponer un discurso único y embrutecedor– podríamos asistir en breve al comienzo de una nueva era, al despertar de una nueva conciencia. Un buen tema de reflexión para este largo y cálido verano, queridos lectores y lectoras.

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