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Sostenibilidad y nenúfares

EL ELECTRÓN LIBRE // MANUEL LOZANO LEYVA

* Catedrático de Física atómica, molecular y nuclear en la Universidad de Sevilla

Una anécdota muy bien conocida y poco documentada es la que tuvo lugar durante un paseo de Miguel de Unamuno con un poeta que bien pudo ser Amado Nervo, Francisco Villaespesa o incluso el mismísimo Rubén Darío: "Maestro, ¿sabe usted cómo se llama esa flor que flota sobre las aguas?". A lo que don Miguel respondió: "Nenúfares, amigo, nenúfares, eso que sale tanto en sus poemas". Últimamente, cada vez que escucho a un político la palabra sostenibilidad, rememoro la anécdota anterior. Para un sistema físico, sea simple o extraordinariamente complicado, la sostenibilidad de sus principales magnitudes, en particular la energía, está lejos de ser un concepto trivial. La descripción de la evolución de sistemas tan complejos como las sociedades humanas en términos de sostenibilidad pensaba yo que sería aún más difícil. Pero los políticos hablan con tal aplomo, familiaridad y desparpajo de eso que pensé que mi ignorancia era alarmante. Traté de ilustrarme empezando por la Wiki, llegando a tratados e informes políticos y académicos hasta que el mareo me detuvo.

La definición del término "desarrollo sostenible" es lo único que me quedó claro: "Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades". La hizo una comisión de Naciones Unidas y la presentó en la Declaración de Río de 1992. A partir de aquí, el estupor crece desaforadamente al leer cómo asumen el asunto los ecologistas, los liberales, los conservadores y los socialdemócratas. Prácticamente no tienen nada en común. Unos lo identifican con el aumento de la productividad, otros con el crecimiento cero, los de más allá con la equidad social consumiendo menos (o más, que también se defiende) y todos formulando de manera diferente y a veces disparatada cómo puede vivir mejor la humanidad entera sin grandes distingos en cuanto a estado de desarrollo de los distintos pueblos y sociedades.

La experiencia e intuición de un pobre científico le lleva a sospechar que el asunto exige un enfoque teórico tan profundo y serio como el que inició Karl Marx hace siglo y medio. Quizá hoy haya que empezar con ecuaciones diferenciales acopladas para el análisis de las distintas variables. Siendo estas tantas, será necesario el uso de los más potentes ordenadores. Mientras, estaría bien que los políticos se acercaran al concepto de sostenibilidad de manera más sensata que como hizo el poeta con los nenúfares, o sea, yendo más allá del atractivo de la propia palabra.

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