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Derribando mitos

ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

* Director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, Burgos

Hace ya muchos años nuestro antropocentrismo nos llevó a pensar que la tecnología era patrimonio exclusivo de la genealogía más directa de la humanidad. La especie Homo habilis, definida en 1964 (Science) por Richard Leakey, Phillipe Tobias y John Napier, no sólo ostentaba una capacidad craneal hasta un 40% más elevada que la de los australopitecos, sino que era capaz de producir tecnología de manera sistemática.
Se trataba sólo de lascas y guijarros preparados para cortar carne y tendones o para machacar huesos, pero la fabricación de estos artefactos (tecnología olduvayense) se consideró desde entonces como un rasgo distintivo del género Homo y propio del linaje humano.

Las herramientas de Olduvai eran anteriores a los dos millones de años y muy pronto ese límite temporal se vio superado por hallazgos en otros yacimientos africanos, como los de Kada Gona y Kada hadar, en Etiopía. La cronología de estas herramientas se cifra en torno a los 2,5 millones de años, justificando así una posible mayor antigüedad del género Homo.
Algunos fósiles problemáticos de esta antigüedad fueron por ello incluidos en nuestro propio género.
En la columna del 30 de mayo de 2010 me preguntaba en estas mismas páginas sobre la posibilidad de que la tecnología no fuera necesariamente un atributo del género Homo. Me basaba en los hallazgos de Julio Mercader y otros investigadores en el yacimiento de Noula (Costa de Marfil) de herramientas atribuidas a chimpancés, así como en la publicación en abril de este mismo año de la nueva especie Australopithecus sediba en la revista Science. Esta especie tiene menos de dos millones de años de antigüedad, una capacidad craneal de entre 420 y 450 centímetros cúbicos y un aspecto que recuerda en buena parte a los propios miembros de la especie Homo habilis.

Si los australopitecos sobrevivieron hasta superar la barrara de los dos millones de años, cabe la posibilidad de que los restos fósiles de dudosa asignación anteriores a esa fecha pertenecieran en realidad a australopitecos y que éstos fueran los autores de la tecnología más antigua encontrada hasta la fecha. Un reciente artículo publicado en Nature confirma que la especie Australopithecus afarensis (a la que pertenece la famosa Lucy) pudo fabricar y utilizar herramientas de piedra para descuartizar animales hace nada menos que 3,4 millones años. No será fácil encontrar las herramientas de esa época, porque su aspecto diferirá poco de piedras rotas de forma natural. Pero es evidente que la definición del género Homo se tiene que revisar. Definitivamente, la tecnología no se puede considerar un atributo humano y la ciencia se encarga de ponernos en el sitio que nos corresponde.


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