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ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

* Director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, Burgos

El estudio de nuestros orígenes resulta tan apasionante que los especialistas aguzan el ingenio con el objetivo de obtener información inverosímil de un puñado de fósiles. Desde hace tiempo se viene aplicando la información que proporciona la relación isotópica del estroncio (Sr87/Sr86) en estudios de hidrogeología, climatología, geocronología, etcétera. Este método también ha sido utilizado en la determinación de la dieta de nuestros antepasados, puesto que la relación Sr87/Sr86 es variable en las aguas que discurren en sustratos geológicos determinados, así como en las plantas y animales que consumen esa agua. El pasado 2 de junio se publicó un artículo en la revista Nature, liderado por la investigadora Sandi Copeland, en el que aplicaba este método al comportamiento de los australopitecos y parántropos de los yacimientos surafricanos de Swartkrans y Sterkfontein, cuya antigüedad se estima entre 3,5 y 1,8 millones de años.

El estroncio tiene propiedades parecidas a las del calcio, elemento que utilizamos los vertebrados para la construcción de nuestro esqueleto, incluidos los dientes. Es por ello que incorporamos los isótopos del estroncio a los huesos y a los dientes en la misma proporción que se encuentra en el entorno en el que vivimos. El esmalte tiene la particularidad de que mantiene esa proporción en su estructura desde que la adquiere durante el desarrollo hasta su muerte. Si analizamos la relación isotópica de Sr87/Sr86 en el esmalte de un vertebrado que vive en un lugar determinado, esa relación debe coincidir con la del sustrato geológico y las aguas que discurren por su lugar de residencia. Si no es así, el animal seguramente habrá nacido y crecido en un lugar diferente.

Sandi Copeland y su equipo analizaron la proporción de Sr87/Sr86 en el esmalte de los dientes de nuestros ancestros y la compararon con la de los hábitats donde se supone habían desarrollado su existencia. Curiosamente, los machos de australopitecos y parántropos tenían una relación de isótopos del estroncio similar a la del entorno, pero no así las hembras, que obviamente procedían de un lugar diferente. Como sucede en los chimpancés, las hembras de estas especies ancestrales abandonaban los grupos donde habían nacido para reproducirse en otros diferentes. Una estrategia que permitía evitar la endogamia. Para los neandertales se ha propuesto un comportamiento similar, en base a los datos que ofrece el yacimiento asturiano de El Sidrón. La ciencia nos ofrece cada vez más evidencias de nuestra similitud etológica con los simios antropoideos. Nos comportamos como lo que somos: simios con un cerebro muy grande.

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