Ciudad Popular

España. La realidad no es lo que parece ni lo que será (I)

Un  Gobierno que no gobierna y una Oposición que no oposita y que en cuestiones fundamentales como las políticas económicas y la organización del Estado apenas  se distinguen unos de otros. Una Judicatura, incluidos Tribunal Constitucional, Consejo de Estado, Fiscalía, etc.,  cuyas cúpulas actúan en cuestiones políticas como el Tribunal de Orden público o la Brigada político-social  de otros tiempos. Unas Cortes cuyas mayorías son cortesanas de fuerzas opacas (aparatos políticos, grupos económicos)  y marcadas por una corrupción que es percibida como generalizada aunque no lo sea tanto como parece.  Unas instituciones que en su conjunto se muestran indiferentes o provocan a Catalunya, uno de los principales motores económicos y culturales del país, hasta conseguir que una gran parte  se muestre dispuesto a independizarse o por lo menos lo acepta con tal de cambiar el status actual[1]. El conjunto del entramado político formal mientras tanto ofrece la nada a las preocupaciones y necesidades de los la pueblos de España. Excepto irritación, indignación y deseos de cambios radicales.

Sin embargo la realidad no se limita al espectáculo sórdido de una España valleinclanesca, un ruedo ibérico de navaja y pandereta. Hay una España que se agita, que busca salidas, que no le basta con la abstención a la hora de votar o el "que se vayan todos". El fenómeno "Podemos" ha sabido expresar y recoger esta aspiración a un cambio profundo, de formas políticas y de contenidos sociales. Quizás estamos pidiendo a Podemos demasiado. Probablemente necesitamos dos, tres, muchos Podemos. La política no soporta el vacío. O se crean "podemos" o vendrán otros, de signos muy distintos que ocuparán el vacío que inevitablemente deben dejar los protagonistas formales del sistema política heredado de la transición.

En España hay dos realidades que están moviendo el tablero de la política formal. Y  las notas que siguen tratan cada una de estas dos realidades, Podemos y el movimiento popular catalán. En el escenario político español el juego de los actores de las últimas tres décadas se está acabando. La emergencia de un nuevo actor, "Podemos" parece en condiciones de liquidar el siniestro y corrupto bipartidismo imperfecto (nunca tan bien dicho). Y en Catalunya la  movilización mayoritaria de la sociedad y de gran parte de las fuerzas e instituciones políticas reclamando el derecho a decidir ponen radicalmente en cuestión  el régimen político español, incapaz de reconocer la realidad y menos aún de buscar una solución. Refugiarse en el legalismo es propio de incompetentes, ignorantes y cobardes.

1. Los velos empiezan a caerse.

"Lo real no es (siempre) verdadero" escribió Ernest Bloch. El marxista utópico y algo metafísico, autor del Principio Esperanza, no podía aceptar el mundo real. Su obra más influyente, iniciada a finales de los años 30,  escrita en el exilio en pleno nazismo y durante la guerra mundial, fue algo más que un gran texto filosófico-político. Fue un grito de esperanza, un llamamiento a la resistencia (Résistance n’est qu’espérance, René Char), un combate contra la desesperación[2]. La resistencia prueba que la realidad del presente no es verdadera, es el pasado. "Después de la niebla viene. Se acabó la diversión", título de un interesante artículo publicado en Sin Permiso recientemente[3]. Un conjunto de fenómenos recientes han aclarado un poco el firmamento político de España y de Catalunya.

El escenario político aparecía nublado. Un gobierno inmobilista, impávido ante una marea independentista, agarrado a un marco legal más que  discutible.  Las leyes sirven para resolver problemas del conjunto de la sociedad y para regular las relaciones de las instituciones con los ciudadanos. Si por el contrario agudizan los problemas la política debe modificar la interpretación del corpus jurídico o reformarlo.  El gobierno español se agarra al nuevo y espúreo articulo 135 de la Constitución, impuesto por el gobierno alemán, para practicar políticas antisociales que acentúan una crisis que no pueden ni quieren entender pues pondría en cuestión las fuerzas económicas que lo sostienen.  Por otra parte el movimiento popular catalán,  que abarca a la mayoría de la sociedad catalana en su demanda de ser consultado, se ha radicalizado y su expresión pública es ya el independentismo, que por ahora no aparece aún como mayoritario  pero crece cada día estimulado por un gobierno que pasara al Guinness como ejemplo de incompetencia.

El resultado ha sido hasta ahora una agitación permanente que hasta ahora había dado vueltas sobre sí misma, sin avanzar ni retroceder, pero que oculta otras caras de la realidad. Pero ahora la realidad se mueve y los cambios aparecen mucho más cerca que hace algunos meses. Las diversas elecciones de 2015 y 16 los aceleraran.

En las cúpulas del Estado no se reconoce que el problema es España, su modelo de Estado, su régimen político agotado, los aparatos políticos que se alternan han perdido la capacidad de afrontar los problemas y la confianza de la ciudadanía. Esta es la realidad  primera, lo más real de todo. Los síntomas de este agotamiento son hoy nuevas realidades, entre otros, Podemos y movimientos políticos similares que han dejado instituciones y partidos gobernantes al desnudo.

Algo similar ocurre con Catalunya. Un gobierno español  seguro de sí mismo hubiera multiplicado las vías de diálogo y habría pactado una consulta que muy probablemente hubiera dado como resultado una nueva relación entre el Estado español y la Generalitat. Sin embargo su debilidad política y su miseria intelectual y el uso que han hecho del españolismo rancio acentúan su incapacidad de reconocer la existencia de un pueblo real, no pueden entender la pluralidad nacional, se sienten propietarios únicos del poder político y todo ello les impide aceptar una consulta ni tan solo no vinculante. El problema no es la Constitución que pese a sus limitaciones permite interpretaciones diversas, es la enorme estrechez mental. Y lo que la Naturaleza no da, Salamanca no presta.

Los velos se caen. La sociedad española reacciona. La crisis económica existe pero ni el gobierno ni la oposición no solo son incapaces de afrontarla, tampoco son capaces de entenderla y explicarla pues sus políticas han contribuido a crearla y a agudizarla. A lo que se añade la falta de comunicación con la ciudadanía. Y la corrupción acaba de generar la fractura. Los ciudadanos españoles se aperciben que sus representantes no les representan, muchos por incapacidad o desinterés, o por sometimiento a sus jefes y sus aparatos, otros porque se lucran de los dineros públicos y de las complicidades con los intereses privados.

Tampoco pueden escandalizarse de lo que llaman "problema catalán"  que consideran un falso problema, un invento del presidente Mas y su camarilla apoyado por unos fanáticas de la Asamblea Nacional. No pueden entender que es una reacción de la sociedad debido a una suma de factores de todos conocidos: estatuto y sentencia del tribunal constitucional, efectos de la crisis y falta de soluciones de un gobierno que es vivido como discriminatorio y corrupto, políticas y declaraciones provocadoras sobre temas sensibles como la lengua y la cultura y finalmente su pretensión de impedir que la ciudadanía sea consultada.

Parece que la historia se acelera y la ebullición de los últimos años ha generado movimientos sociales y proyectos políticos nuevos. El escenario es el mismo, nada ha cambiado. Los actores, con algunas novedades, son los mismos. Pero sus posiciones son distintas. Los que eran protagonistas ya no lo son, o están en trance de pasar a segundo o tercer plano. Y algunos recién llegados pretenden no solo sustituirles, también cambiar el texto de la obra.  Pero hay que tener en cuenta que de la misma forma que los movimientos sociales han alumbrado proyectos alternativos las fuerzas económicas dominantes también son conscientes de la crisis política y seguramente están preparando alternativas para cambiar para que nada cambie.

2. Los actores en un escenario más iluminado que antes.

El gobierno y las cúpulas del PP están amortizados. El 9 N ha sido el colmo del ridículo de un gobierno de leguleyos, abogados del Estado la mayoría, o cosas parecidas, como un jefe de gobierno registrador de la propiedad. Su incapacidad para hacer política de Estado raya en lo inconcebible. No solo han excitado a los catalanes, también han sido burlados y chasqueados por el gobierno catalán. Ahora solo les falta amenazar con el martirologio al presidente de la Generalitat. Al PP se le añade el descubrimiento de otra trama de corrupción que puede ser mucho peor que la que lideraba Bárcenas. La actual es una trama con muchas cabezas políticas visibles. Los poderes fácticos, económicos y financieros, mediáticos y sus apoyos en la alta administración (y en las fuerzas armadas) probablemente están manipulando alternativas. Ni los gobernantes pueden gobernar como antes ni los gobernados soportan más al gobierno actual. Su caída está anunciada. La cuestión es como y con quienes, pero como dijo un ministro del inicio de la transición: "ganaremos pero no sabemos quienes"[4].

Banqueros y grandes empresarios y el bloque de poder social, económico y burocrático están probablemente barajando y conspirando  escenarios diversos. Una teórica salida sería imponer al PP unos dirigentes nuevos, de imagen tecnocrática y unos cuantos chivos expiatorios a la cuneta podrían dar una imagen de regeneración. Ni es fácil que el aparato facilite la tarea ni que la ciudadanía se trague este maquillaje. En España no hay los Juppé, Fillon, etc de Francia cuya trayectoria les concede un cierto grado de seriedad. Una candidatura de la FAES puede ser una provocación. Y no hay mucha más cera que arde. Por ahora ese bloque de poder de facto ha iniciado la campaña contra los "antisistema", es decir los "resistentes". No creo que a diferencia de la "casta política y burocrática" al poder económico les preocupe demasiado Catalunya. En cambio, en lo inmediato, les preocupa Podemos: puede tomar las riendas de las cúpulas del Estado. No por el hecho de que puedan gobernar, pues ya saben como hacerles la vida casi imposible y a medio plazo echarles, sino por la pérdida probable de beneficios durante unos años. Hay otras alternativas, evidentemente.[5]

¿La alternativa PP+PSOE suma o resta? Parece ser una idea de El País, o por lo menos la promociona. También es un homenaje inconsciente a Podemos, así  podría denunciar "la casta" en todo su miserable esplendor, unidos no por el amor sino por el espanto como escribió Borges. Para el PSOE sería un suicidio, pero si el PSC lo practica, tampoco sería sorprendente que el PSOE le imitara. Sin embargo no creo que diera muchas garantías a los poderes fácticos debido a desprestigio social.

Un gobierno promovido por el Rey con  políticos con buena imagen personal de la derecha hasta el centro izquierda, con empresarios y tecnócratas y quizás algún militar parece muy difícil de armar. ¿Retorno al estilo de los Borbones que formaban gobiernos picoteando en distintos estratos políticos? ¿Una operación Armada con el acuerdo tácito del PP y del PSOE? Sería un golpe de Estado pacífico o quizás no. Supondría un Parlamento clausurado por un tiempo o muy limitado en sus competencias. El discurso democrático se rompería en mil pedazos. Difícilmente Europa lo aceptaría. Y sinceramente el nuevo Rey no parece muy predispuesto a este tipo de audacias.

Nos queda el PSOE, la otra pieza del bipartidismo sistémico. ¿Es a caso regenerable? No, a corto plazo. Para ello sería necesario una crisis traumática que pusiera en cuestión el conjunto del sistema político. Por  ahora vivimos una crisis rampante, pero que en cualquier momento puede estallar en una insurrección ciudadana con ocupación de una parte de las instituciones. Por ejemplo en las próximas elecciones municipales. En todo caso al PSOE actual es probable que se le haya  agotado su ciclo de partido que se alterna regularmente en los gobiernos. Se  formó a finales de los 70 y creció en los 80. Un partido de aluvión al que bastantes se profesionalizaban con vocación de vivir del presupuesto público y algunos  se animaron a acumular dineros y contactos para el futuro. Este tipo de partido que parece destinado a morir para bien del socialismo nació vinculado al ciclo iniciado en la transición y  gradualmente degeneró por la ocupación corporativa de las instituciones, el clientelismo como base principal de votos y en bastantes casos por la corrupción. Puede seguramente renacer, pero no de inmediato. Por ahora patalea en el vacío, se agita  pero no avanza en ninguna dirección. Se ha limitado a cambiar las caras desgastadas de la transición por la imagen de un nuevo líder (?) que  hace pensar en un jefe de sección de "ropa de hombre" del Corte Inglés.

Podemos posee dos virtudes de entrada. Existe, ocupa ya gran parte de un enorme vacío en el que se encuentra la mayoría de la ciudadanía, desconfiada de las instituciones y de los partidos, expectante y necesitada de encontrar algo nuevo y virginal. Con Podemos la esperanza empieza a renacer. La otra virtud es su ambición de poder. Es absurdo considerar como defecto o debilidad el afán de poder de partidos y líderes políticos. Sería tan poco lógico como si un comerciante no le interesara vender, una investigadora no quisiera descubrir algo antes que cualquier otro, o un o una joven no pretendieran ir a una fiesta a seducir.  La ambición,  colectiva y personal, en política es indispensable. Decir otra cosa son "collonades" como diría Josep Pla.[6]

En España hoy es urgente que los fuerzas renovadoras hoy aspiren a gobernar las instituciones del Estado para ponerlas al servicio de la ciudadanía. Podemos ha venido y no sabemos como ha sido. No pretendemos analizar este fenómeno.  Solamente interesa constatar en este artículo que había un vacío y lo han ocupado. Se trata de una alternativa experimental que a priori solo podía llamar la atención de colectivos reducidos, la típica propuesta simpática a la que uno votaría si pudiese poner dos papeletas en las urnas. Pero en pocos meses se ha convertido en un partido-movimiento en construcción que crece masiva y caóticamente pero con posibilidades de ganar en cualquiera de las elecciones a las que se presente.[7]

___________________

[1] Después de celebrada la consulta del 9 de noviembre los gobernantes espanyoles repiten una y otra vez que ha sido un gran fracaso y que solo una minoría se apunta al intependentismo. El hecho de que más de 2.300.000 votaran en una consulta prohibida por el gobierno y los tribunales y con numerosas dificultades técnicas y teniendo en cuenta que en un país de 7 millones de habitantes de los cuales un millón son de origen "inmigrantes no comunitarios" y otro tanto menores de 16 años y ancianos,  el éxito sorprendió a todo el mundo. El gobierno español se inventa una realidad y la proclama para convencerse de ello.

[2] Un contemporáneo suyo, el escritor vienés Stefan Zweig, también exiliado por causa del nazismo, desesperado se suicidó. Su mundo era el de ayer, como tituló sus memoria. Había perdido la esperanza.

[3] A. Doménech, G. Buster y D. Raventós, Sin Permiso 17-11-2014. Ver también en la misma publicación otro muy interesante artículo de Xavier Raventós: "Podemos en "Cataluña... de Catalunya".

[4] Pío Cabanillas, ministro de la UCD, en el gobierno de Súarez.

[5] En teoría la derecha no nesita partidos, un Parlamento de elección censitaria o de competencias muy limitadas facilitaria un gobierno  designado por el Rey entre políticos diversos, altos funcionarios y tecnócratas vinculados a los grupos económicos potentes. Las conquistas democráticas conseguidas en Occidente no permiten fácilmente aplicar esta solución pero la tentación  de siempre existe y en momentos de crisis los grupos socio-económicos dominantes pueden optar por esta solución a pesar de los costes de imagen tanto en el marco interior como exterior.

[6] Respuesta de Josep Pla a un Conseller (ministro autonómico de la Generalitat) de Interior al que le había preguntado si había encarcelado o detenido a alguien. El conseller respondió: "No señor Pla, de ninguna manera". Pla sentenció: "Pues entonces no digaís collonades".

[7] Cuando escribo este artículo me llega los resultados de una encuesta que atribuye a Podémos el primer lugar en Catalunya en unas elecciones de ámbito estatal. Podemos a penas tiene por ahora  presencia organizada en  este territorio, ni líderes, ni presencia significativa en los movimientos y organizaciones sociales. Y sin embargo no solo puede ocupar espacios electorales de socialistas, izquierdas varios y también votantes del PP y Ciutadans, también atrae a abstencionistas. El autor considera interesante y positiva el fenómeno Podemos pero no tiene ningún vínculo con él, excepto conocer a alguno de sus miembros.

Más Noticias