Ciudadano autosuficiente

Soy verde pero no extraterrestre

vegan

Por Alba Zaragoza

Debido a las muchas preguntas que recibo cuando alguien descubre que soy vegetariana estricta, o vegana, he decidido escribir este post para que podáis aprender un poco más sobre esta, todavía desconocida y mistificada, religión.

¿Pescado tampoco comes?

Soy vegana por muchos motivos. Principalmente por los animales. Desde mi punto de vista usar animales, de cualquier manera, para el beneficio del ser humano no es ético. Sobre todo porque ese beneficio siempre es monetario: alimentación (carne, pescado, huevo, leche, miel...), vestimenta (cuero, lana...), ocio (circo, zoo, acuario...) por no hablar de la industria de la cosmética. Los animales no pueden desarrollarse en el entorno que deberían: se encuentran toda su vida encerrados en jaulas, sin ver la luz del día, la mayoría de las veces en condiciones higiénicas terribles los unos encima de los otros en reducidos espacios. ¿No os recuerda a los campos de concentración dónde acopiaban a las víctimas del III Reich? A raíz de esta toma de conciencia y algo de investigación también me he dado cuenta que el veganismo es más saludable, más respetuoso con el medio ambiente y más solidario. El Panel de Expertos del Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) recomienda la reducción del consumo de carne para combatir el cambio climático. Los recursos que se usan para la producción de carne (producción de alimentos para los animales, agua necesaria, químicos...) contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, al mayor problema al cual nos enfrentamos en la actualidad: el calentamiento global.

Movimientos como Meat Free Monday, cuyo embajador es Paul McCartney, simpatizan con el veganismo y proponen acciones como dejar de comer carne un día a la semana.

Pero... ¿De dónde sacas las proteínas?


Puede que la primera impresión que tengáis es que el veganismo es muy complicado, aburrido o peligroso para la salud. Para nada. Hay muchos rumores que circulan respecto al vegetarianismo y sus distintas vertientes: la falta de nutrientes esenciales, la monotonía de los alimentos, la dificultad de salir a comer fuera... Todo el mundo puede mantener una alimentación vegana siempre y cuando esté bien informado, sepa qué comer, cuando, y cómo combinar ciertos alimentos. No se trata simplemente de dejar de comer alimentos que provengan de los animales, sino de saber cuales son las proteínas vegetales que tenemos a nuestro alcance.

Diario de una vegana

Mi familia y la gran mayoría de mis amigos y compañeros no son vegetarianos. No les quiero menos, ni les menosprecio por ello. Formo parte del grupo que piensa que no se consigue nada con odio hacia las personas que no comparten mi punto de vista, sino que espero que poco a poco, con el tiempo tal vez entiendan y compartan mi punto de vista.

En principio mi día a día es como el de todos vosotros: salgo con mi tartera de casa, con mi comida, cena y merienda, básicamente frutas, verduras, algo de proteína vegetal y, dependiendo del día, carbohidratos como pasta, arroz o legumbres. ¿Y qué comen los veganos? ¿De dónde sacamos nuestra proteína? ¡Ay! ¡La maldita proteína! Creo que lo que más me molesta es que estoy segura de que la mitad de las personas que me preguntan por mi proteína o mis niveles de B12 no comen de manera saludable y les falta más de la mitad de nutrientes necesarios diariamente. Para los curiosos, hay muchísimos alimentos más allá de la carne o el pescado que aportan proteína. Podemos encontrar la mayoría de los nutrientes que necesitamos en las verduras que consumimos, pero las principales fuentes de proteína son: la quinoa (un cereal maravilloso), el conocido tofu, la soja texturizada o el tempeh, hechos con soja, el seitán a base de gluten de trigo, el cáñamo o la maca (se pueden encontrar bajo la forma de semillas o de harina, y sirven tanto para cocinar como para consumir mezclados en agua o leche vegetal) y las distintas algas como el alga espirulina. Si bien la mayoría de estos productos pueden prepararse en casa, se pueden encontrar en la mayoría de herbolarios y tiendas ecológicas o se pueden comprar por Internet a través de páginas como Veggie Room.

Lo más difícil del veganismo puede ser comer fuera y soportar la opinión de repentinos expertos en nutrición... La mayoría de las veces la opción que tengo suele ser ensalada o patatas fritas, por lo que suelo decantarme por ir a restaurantes vegetarianos, o tener controlados restaurantes en los cuales tengo una alternativa como verduras a la plancha, guacamoles, humus... Tengo la suerte de que todos mis amigos están ilusionadisísimos de ir a comer fuera conmigo y probar cosas nuevas. ¡Les encanta! También suelo compartir con mis conocidos los secretos y encantos de la cocina vegana, algunos incluso se han animado a cocinar sin ingredientes procedentes de animales. No entiendo muy bien porque algunos no han dado el paso al vegetarianismo, muchas veces dicen que les gusta mucho la carne, que se cansarían muy rápido, que tendrían que cocinar más, que es más caro... Pero insisto: una buena organización y planificación nos evade de la monotonía. Respecto a la economía todos sabemos que no hay nada más barato que las frutas y verduras, y que la carne y sus derivados suelen ser bastante caros, por lo que simplemente se trata de destinar el dinero a otro tipo de alimentos que no son necesariamente más caros.

Por otro lado, descubrir nuevos sabores y cocinar cada día intentando adaptar platos, o inventando recetas me parece lo más divertido. Al principio no sabía usar nada, ni combinar alimentos, ni qué cocinar... y ahora, por hacer, ¡He hecho desde una tortilla de patatas sin huevo hasta pasteles, helado o hamburguesas vegetales!

El veganismo es una forma de vida todavía desconocida y temida entre la población. Animo a todo el mundo a hacerse vegetariano y seguir un estilo de vida más saludable y acorde con el medio ambiente y los habitantes de este planeta.

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