Ciudadano autosuficiente

Siete poderosas razones para hacerte vegano, vegetariano… o al menos flexitariano

Siete poderosas razones para hacerte vegano, vegetariano… o al menos flexitariano

Reducirás el sufrimiento de los animales

La ganadería industrial busca el máximo beneficio con el menor coste. En una fábrica de tornillos, puedes mejorar el procedimiento de fabricación, utilizar aleaciones mejoradas, etc. Pero en la ganadería industrial más beneficio y menos coste significa por desgracia, en muchos casos, mantener precariamente con vida a miles de animales, sin espacio para moverse, mal alimentados y atiborrados de antibióticos (están enfermos) hasta que alcanzan el peso requerido.

Tu salud mejorará

Puede que el veganismo (sin ningún producto de origen animal) o el vegetarianismo (vegetales + huevos, leche, miel, etc.) no sea para tí, pero lo que está comprobado y demostrado es que las dietas con poca y esporádica carne (flexitarianas, para entendernos) mejoran la salud. O, lo que es lo mismo, las dietas con alta proporción de frutas, legumbres, cereales, verduras y un poco de pescado o de carne de calidad de vez en cuando. Son perfectas para reducir el riesgo de diabetes, enfermedades cardíacas, cáncer y obesidad.

Reducirás tu huella ecológica

Seguro que te gustaría que todos y cada uno de los habitantes del Planeta pudiéramos vivir bien y de la misma forma, a nuestras anchas. Pues una manera de conseguir espacio para todos es reducir la cantidad de espacio que necesitamos para vivir. Reducir el consumo de carne reduce drásticamente la cantidad de espacio que necesitamos. Ten en cuenta que un kilo de carne necesita diez veces más espacio de producción que un kilo de cereales.

Combatirás la contaminación en general y también el cambio climático

No hace falta que nos pongamos planetarios. La ganadería industrial produce demasiada contaminación. Una explotación media de cerdos con dos o tres mil cabezas produce tantas aguas residuales como una pequeña ciudad. Si miramos un poco más allá, la ganadería es uno  de los principales contribuyentes a la emisión de gases de efecto invernadero. En realidad, dejar de comer carne o comer mucho menos es la segunda medida en importancia –después de la de no usar el coche– que podemos tomar para reducir nuestra emisión de gases de efecto invernadero.

Ahorrarás mucho dinero

La próxima vez que vayas al mercado, pon sobre la mesa tus compras de carne y pescado a un lado y las de vegetales a otro, y luego compara lo que has pagado por cada una. La carne es muy cara, incluso si no es de buena calidad. El truco es comprar mucha menos carne pero de mucha mejor calidad. Es decir, de animales criados de manera extensiva, pastando y picoteando mientras se mueven en su entorno natural.

Te divertirás mucho más que con la dieta de filetes con patatas

Hay todo un mundo de recetas veganas, vegetarianas y flexitarianas ahí fuera. En realidad, la cocina tradicional, la mítica cocina de las abuelas, es casi vegetariana, con la carne (o el pescado) como acompañamiento o sin nada de carne en absoluto. Hay toda una serie de magnas recetas veganas de la cocina española: salmorejo, gazpacho, pisto, paella (la original, arroz con habas), sopa de ajo, etc, etc. A partir de ahí, hasta el infinito y más allá.

Cuidarás el paisaje

Tal vez, en tus viajes, hayas visto por la ventanilla rebaños de ovejas triscando por un majadal, vacas rumiando en un prado y cerdos en plena montanera, hozando entre las encinas. Pues lo que has visto es extremadamente valioso, nada menos que el paisaje de mayor calidad que existe, en equilibrio entre la explotación y la conservación, plenamente sostenible. Este paisaje produce carne, no mucha, de alta calidad y por lo tanto, más cara que la de los animales criados en masa en naves industriales.

Basado en una infografía de Lim Shuang Ao

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