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Huerto, jardín o maceta, pero cultiva alguna cosa

Huerto, jardín o maceta, pero cultiva alguna cosa
Quién no se ha paseado por las grisáceas calles de nuestra grisácea ciudad hasta ver, en el segundo izquierda de un edificio, un destello de color... ¡Sí, es un geranio! Un indicador infalible de que en esa casa vive una persona interesante, sensible y generosa. Una persona que cuida plantas y las ofrece a la contemplación pública.

Las ventajas de tener plantas en casa son tantas que llenarían una enciclopedia. Las plantas alegran el paisaje, capturan CO2, animan los espíritus decaídos, dan cobijo a las avecillas, y en ciertos casos se pueden comer o utilizar de diversas formas. Lo mejor de todo es que las plantas se apañan casi solas para proporcionarnos todo eso. Hasta la persona más torpe, si pone interés y cariño, puede cuidar con buen éxito un jardincillo urbano.

Huerto, jardín o maceta, pero cultiva alguna cosa

¿Cómo empezar? Aquí te sugerimos seis cuestiones para solucionar.

Tamaño y complicación del asunto. Desde una pequeña maceta a un jardín vertical de media hectárea, puedes elegir cualquier dimensión. Si tienes balcón, unas cuantas jardineras darán solaz a tu vida, si tienes terraza podrás tener un cuasi-huerto. Si sólo tienes un alféizar, coloca ahí tus receptáculos para plantas. Eso sí: si no estás dispuesto a cuidarlo bien, no tengas un jardín. Siempre puedes asistir a los talleres sobre este asunto en centros culturales, huertos urbanos o parques de tu ciudad, o colaborar en alguno de estos espacios, donde aprenderás sobre las necesidades de cada planta y podrás intercambiar plantas, plantones y semillas.

Agua. El agua es el principal factor limitante. Un huerto urbano algo extenso puede gastar mucha agua, pero una jardinera pequeña gastará como un mechero. En cualquier caso, hay toda clase de sistemas para consumir exactamente el agua que tu plantas necesitan, sin derrochar ni un gota. Estos sistemas van desde sofisticados sistemas electrónicos con temporizador y conexión meteorológica a botellas de plástico provistas de mechas húmedas de tela. Si se puede recoger el agua de lluvia, esa es la mejor solución.

Especies. Las plantas propiamente dichas que vas a cuidar deben ser elegidas con cuidado. Si optas por especies tropicales de bosque húmedo y vives en Madrid, necesitarás un invernadero especial con un 100% de humedad y 25 ºC. La opción opuesta es optar por plantas del país, resistentes a las heladas y la sequía, que además dan muy poco trabajo. Entre medias, muchas opciones de plantas apropiadas para balcones y terrazas, capaces de gran exhuberancia con poco gasto de agua. Consulta con tus amigos, parientes y vendedores de plantas de tu barrio.

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Consumibles. Principalmente algo de abono, si llega el caso. Solución perfecta: un compostador doméstico donde transformar tus restos de verduras en abono de calidad. Hay otras soluciones, más o menos comerciales y artesanales. Antaño se usaban mucho las deyecciones de cabras y ovejas, pero ahora son difíciles de conseguir. NOTA: no se te ocurra usar ningún tipo de insecticida comercial. Como mucho, algo de jugo de tabaco contra el pulgón.

Accesorios. No necesitas casi ninguno, tal vez una escardilla y una regadera. No cometas el frecuente error de comprar una motosegadora de 50 CV para un jardín de cuatro metros cuadrados.

Resultados. Poco a poco, llegarás al jardincillo o huerto o colección de macetas que se adapta a tu forma de vida, personalidad e idiosincrasia. Ahora puedes empezar a disfrutar y de paso a proporcionar algo bueno que ver a tus vecinos, humanos y gorriones. Si todo el mundo cuidara un poco de verde urbano, la ciudad sería otra cosa.

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Fotografías: Ángeles Delgado Milara

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