Ciudadano autosuficiente

El gamberro alternativo ambiental

chuleton

 

En el pasado se distinguía a los ciudadanos cívicos de los gamberros. Civismo era no escupir en el suelo, ni tirar las colillas fuera de los ceniceros, ni los papeles fuera de la papelera, ni arrancar plantas de los jardines, ni molestar a los demás en general o causar destrozos en la vía pública. Nadie se reconocía como gamberro, aunque se comportara como tal. Estaba mal visto.

Pero ahora se ha creado la figura del ecologista concienciado urbano, un poco ridícula, que va caminando o en bicicleta al trabajo y es  vegetariano o casi. En dos palabras, que quiere reducir su huella ecológica para que todos podamos vivir bien en nuestra ciudad y en nuestro planeta. Todos podríamos estar de acuerdo en esto. Pero no es así: este ciudadano cívico de color verde está creando su contrafigura, que podríamos llamar el gamberro alternativo ambiental, que considera lógico y razonable llenar de humo las calles con su coche y ponerse hasta las trancas de chuletones. Con orgullo y sin complejos.

Se ha visto esto con claridad en la respuesta ciudadana a las históricas restricciones al uso del coche que el nuevo gobierno municipal de Madrid no ha tenido más remedio que poner en marcha. Cualquiera podría pensar que a lo largo y a lo ancho del Foro se habrá  escuchado un gran suspiro de alivio: por fin, después de décadas de tragar óxidos de nitrógeno y otras cosas peores, alguien está intentando proteger nuestros pulmones.

No ha sido así: al menos la mitad de la población afectada ha considerado la medida restrictiva como absurda, recaudatoria y antisistema. El uso sin restricciones de coche es muy importante para el gamberro alternativo ambiental, y no es de extrañar: durante muchos años, se nos ha dicho que la contaminación es un fenómeno natural y que el coche, principalmente, trae riqueza a las ciudades.

Los afiliados al partido del chuletón y el tubo de escape también rechazan las energías renovables, que ven como una conspiración comunista-ecologista para encarecer el recibo de la luz y de paso dominar el mundo. O la recogida selectiva de residuos, que  es una tontería, todo el mundo sabe que los vuelven a mezclar en los camiones de recogida y además quita puestos de trabajo.

El cambio climático (que no existe, lo inventó Al Gore) lo consideran una parte de esa misma conspiración, un intento de acabar con el opulento estilo de vida occidental. Estos ciudadanos alternativos todavía no están organizados políticamente. Ningún partido les envía mensajes de aliento en estas elecciones del 20-D, al menos explícitos. Tal vez lo hagan en las próximas elecciones.
 
Jesús Alonso Millán
 

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