Ciudadanos

Nadie le llorará en el PP

FERNANDO GAREA

Gallardón siempre va muy deprisa y suele apostar fuerte, aunque sus cartas sean las peores. No mide sus fuerzas. Vive muchas vidas en muy corto espacio de tiempo, pero de este golpe es difícil que se recupere. Lo peor para Gallardón es que nadie le va a llorar en el PP. Sólo le llorará su muy reducido equipo, dispuesto a inmolarse por él, y quizás Fraga que llora siempre.

Estaba ya fuera del presente y del futuro del PP, pero él era el único que no se había enterado. Ha vivido en la ficción de creer que tenía opción de sustituir a Rajoy si el resultado es adverso el 9-M. Apostó fuerte sin medir sus apoyos y su ambición se ha visto truncada.

Se ha dado de bruces con la realidad y Rajoy ha agravado la derrota manteniendo con crueldad la confusión. No le hubiera costado nada hablar hace meses con el alcalde de Madrid y decirle: "Abandona toda esperanza".

Gallardón creía que Rajoy, finalmente, no iba a tener más remedio que incluirle en la lista, precisamente para no proporcionar al PSOE la municición del centrista descartado. Creía que en Rajoy iba a pesar más el miedo a aparecer como preso de la Cope y de los sectores más conservadores del partido. Pensaba que su presencia en las listas evitaba la imagen de debilidad de Rajoy. En eso confiaba y se ha equivocado, porque el líder del PP podrá ser débil y haber cedido al órdago de última hora de Aguirre, pero ha demostrado más crueldad y sangre fría que Aznar.

El error de Gallardón es creer que contra él sólo estaba Esperanza Aguirre. La inmensa mayoría de los dirigentes del PP respiró anoche aliviada porque consideraba que si Rajoy accedía se creaba un peligroso precedente, porque se premiaba al rebelde, al disidente, al que desoye las recomendaciones y hace públicas sus aspiraciones y ambiciones. Pero Gallardón lo reducía sólo a un pulso personal de Esperanza Aguirre, que se veía fuera de la posible sucesión.

Pero hoy nadie le llorará en Génova y, probablemente, en ninguna dirección regional o provincial. Detrás del órdago que ganó ayer la presidenta de Madrid están casi todos los cuadros del PP. Al alcalde se le olvidó hace 10 años trabajarse el apoyo del partido. Decía tener el respaldo de Aznar, pero eso tampoco está nada claro.

Los de Esperanza sostenían anoche que ha sido el propio Gallardón quien ha ido "hinchando el globo" durante meses, como el hinchó el del PP de Madrid en el último Congreso y ha terminado por meterse en el lío él solo. No miró si había agua antes de tirarse a la piscina. El nutrido grupo que apoya a Esperanza Aguirre considera que, de nuevo, Gallardón se ha hecho trampas él sólo y se ha metido en el lío, sin preocuparse de buscar apoyos dentro del partido. Sí se procuró respaldo de Felipe González, de Bono o del Grupo Prisa, pero esos no puntúan en el partido. Añaden que ahora mantendrá el victimismo unas semanas y auguran que prepara el discurso del 10-M: "Han perdido sin mí".

Como el capitán Ahab, Gallardón seguirá persiguiendo su ballena blanca, su sueño de La Moncloa, pero si antes de ayer creía tener alguna posibilidad por pequeña que fuera ahora debe abandonar toda esperanza.

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