Ciudadanos

Laicidad… ¿sin ira?

 Salomé García

"No será una reforma contra nadie", se apresuró a aclarar la vicepresidenta el viernes, cuando la asetearon a preguntas sobre su anuncio de que el Gobierno promoverá una reforma de la Ley de Libertad Religiosa. Peca de optimista Teresa Fernández de la Vega si cree que no se ofenderá más de media España con la perspectiva sola de que se atreva a tocar los privilegios de la Iglesia católica. Y peca de ingenua si confía en tener el respaldo del presidente Zapatero para que la acompañe en su empeño de hacer más laico el Estado. No parece dispuesto Zapatero en esta segunda legislatura a quemarse en enfrentamientos que, pese a ser éticamente necesarios, le reportarían más penas que glorias. Más bien al contrario. El presidente da muestras evidentes desde su toma de posesión de optar por impulsar medidas que agraden al PP, o para ser más precisos, a los que votaron al PP. A un buen número de ellos les convenció el discurso casi xenófobo de Rajoy, según interpretación del PSOE. De ahí el giro copernicano en política de inmigración. Enterrada la idea de que los inmigrantes son fuente de riqueza cultural y económica, ahora se lleva más argumentar que privarles de libertad, aun sin cargos, por un periodo superior a 40 días es una "mejora" para "garantizar repatriaciones más humanitarias". La laicidad, la ampliación del aborto y hasta la reforma de la Constitución se me antojan jardines que no quiere pasear ahora Zapatero.   

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