Civismos incívicos

¡Oh, no, jóvenes!

Leo con alivio que el Consejo de Europa prohibirá la utilización del mosquito, el altavoz que emite sonidos sólo audibles por personas jóvenes y que se utiliza en comercios del norte de Europa para dispersar a las pandillas que se reúnen en la calle, debido a que el artefacto "trata a los jóvenes como si fueran mascotas indeseables".

Sin embargo, lo de tratar a los jóvenes no ya como mascotas indeseable, sino como proto-delincuentes, se está convirtiendo en algo habitual: en EE.UU. muchos alumnos pasan por detectores de metales y son sometidos a registros para entrar a la escuela; en Gran Bretaña, las ordenanzas de comportamientos antisociales permiten a la policía obligar a dispersarse a cualquier grupo de más de dos personas mayores de seis años; en Francia se plantea aumentar de media a completa la jornada de los guardias privados en los centros educativos; y en nuestro país las ordenanzas de civismo recogen como actitudes incívicas muchos comportamientos vinculados a la juventud (beber, cantar, jugar en la calle, etc.)  que hasta que a alguien se le ocurrió tipificarlos como sancionables eran como mucho actitudes molestas propias de la diversidad en los usos del espacio público en los entornos democráticos.

Digo todo esto porque sólo este clima de histeria permite entender esta notícia aparecida en El País hace unos días: "Golpe a la cúpula de los Latin Kings con la detención de 40 jefes del grupo": básicamente, unos jóvenes están en una fiesta, llegan los antidisturbios, les detienen, les decomisan los collares (porque no encuentran ninguna arma), les acusan de asociación ilícita, lesiones, atracos, amenazas y coacciones "entre otros delitos", salen todos a los pocos días sólo con cargos de asociación ilícita.

Mientras estas historias ocupan páginas enteras en los medios de comunicación, el increíble proceso de legalización de los Latin Kings en Barcelona es cubierto sólo de forma anecdótica, construyendo la imagen del joven incívico condenado a un futuro de delincuencia. La edad como prueba de mala fe.

A los que hayan visto la excelente película La Cinta Blanca les animo a superar el paralelismo con la Alemania nazi y pensar en cuáles serán las consecuencias de tratar a los jóvenes de nuestras sociedades actuales como seres anti-sociales no-reinsertables.

Quien siembra vientos, recoge tempestades.

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