Con negritas

El día que Bush abrió el paréntesis de Díaz Ferrán

George W. Bush dejó a un lado la tonelada de malas noticias que le sirvieron con el desayuno. Se retrepó en su sillón y puso distraídamente los pies sobre el escritorio Resolute, una magnífica pieza, regalo de la reina Victoria al presidente Hayes.

Del copioso dossier de prensa había retenido una frase escondida en algún hueco recóndito de The Wall Street Journal. No se le iba de la cabeza desde que la leyó justo antes de untar con abundante crema de cacahuete la rebanada de pan que quedaba en su bandeja. "We can open a parenthesis in the free market economy". ¡Cómo diablos no se le había ocurrido antes!

Los mercados hacía días que se desangraban a chorros por la herida de una crisis financiera que no parecía tener fin. Lehman Brothers ya había sucumbido y otras grandes firmas (AIG, Morgan Stanley, Merrill Lynch)podían correr pronto la misma suerte. Y él, el hombre más poderoso del mundo, ¿qué podía hacer? Manejando adecuadamente una porción de los fondos federales era fácil frenar aquello. Pero, ¿en qué quedarían sus principios? "We can open a parenthesis..."¡Claro! Parecía mentira que ese tipo hubiera dado con la clave que la legión de asesores de la Casa Blanca no había sido capaz de encontrar.

Descolgó el teléfono, mandó abrir un paréntesis en el libre mercado y le ordenó a su secretaria que le enviara un tarjetón de agradecimiento a  mister Díaz Ferrán.

Más Noticias