Con negritas

Caja Madrid, ese cúmulo de incongruencias

No es difícil imaginar qué diría la derecha si JOSÉ MONTILLA y JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO mantuvieran un pulso para nombrar al presidente de La Caixa. Pues bien, eso es exactamente lo que está ocurriendo con ESPERANZA AGUIRRE y MARIANO RAJOY

en Caja Madrid. Ambos tienen ideas distintas sobre quién debe suceder a MIGUEL BLESA, aunque hay algo en lo que parecen de acuerdo. La cuarta institución financiera de España, con 180.000 millones en depósitos, es una presa demasiado codiciada como para dejarla escapar. A despecho, incluso, de las proclamas que uno y otro hicieron en un pasado no muy remoto sobre la conveniencia de despolitizar las cajas.

Aguirre defiende abiertamente la candidatura de su número dos en la Comunidad de Madrid: IGNACIO GONZÁLEZ, un hombre sin experiencia bancaria y salpicado por numerosos escándalos. Rajoy, en cambio, preferiría que el puesto lo ocupase RODRIGO RATO, siquiera sea para meterlo en vía muerta y alejar así el peligro de que resurja como alternativa a su liderazgo en el PP, de un tiempo a esta parte bastante debilitado. Pudiera ser que, al final, la presidencia de Caja Madrid no fuera ni para uno ni para el otro, sino para una tercera persona. Pero, mientras tanto, Aguirre y Rajoy siguen transmitiendo la penosa impresión de que Caja Madrid no es más que un apetitoso plato en el que quieren meter la cuchara a toda costa.

Los socialistas tampoco se están cubriendo de gloria en la sucesión de Blesa; al menos los de Madrid, cuyo secretario regional podría haber sacado de ahí algunos de los muchos réditos políticos que le hacen tanta falta. TOMÁS GÓMEZ, sin embargo, ha optado por pactar con Aguirre, pese a ser su adversaria natural, y es posible que a la postre tenga que tragar con el presidente de Caja Madrid que ésta formalmente le proponga. La elección de González sería sin duda la opción más desfavorable, pues habría que ver cómo justificaba Tomás Gómez ante la opinión pública su apoyo, después de las cosas tan gruesas que ha dicho sobre él.

En el fondo, Gallardón

De todas formas, el secretario regional de los socialistas madrileños no ha hecho más que llevar hasta sus últimas consecuencias la consigna de Ferraz de que a ALBERTO RUIZ-GALLARDÓN no hay que darle ni agua, por si acaso acaba siendo el rival de Zapatero en las próximas elecciones generales. El alcalde, como es sabido, tiene su propia estrategia para Caja Madrid y ha luchado por la continuidad de Blesa, que la presidenta de la Comunidad hace meses que no contempla.

Un recurso determinante
La última prueba de su interés por frenar a Esperanza Aguirre la dio Ruiz-Gallardón con la presentación de un recurso contra el reparto de los 64 miembros de la Asamblea General que corresponde nombrar a la Corona. Al renunciar ésta a su derecho, los 64 miembros se distribuían equitativamente entre las demás entidades representadas en Caja Madrid. Pero, en la última reforma de la ley de cajas, la Comunidad cambió ese precepto en perjuicio del Ayuntamiento.

La suspensión del proceso
Mientras el recurso siga adelante, el relevo de Blesa pende de un hilo, ya que los tribunales pueden paralizar el proceso electoral hasta que haya sentencia. Ahora está en suspenso sólo de forma cautelar, aunque la resolución definitiva no tardará en llegar muchos días. Si la paralización se produjera, la única manera de desatascar la situación sería mediante la retirada del recurso, que es la única arma que le queda a Ruiz-Gallardón para no salir derrotado de esta guerra.

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