Con negritas

El adiós de Paternina a la Bolsa

La próxima retirada de Paternina va a adelgazar aún más la ya de por sí magra representación del sector vitivinícola español en la Bolsa, que dentro de muy poco estará encarnada sólo por tres valores: Barón de Ley, CVNE y Bodegas Riojanas.

Sobre los títulos de Paternina sujetos a negociación en el mercado pesa desde el viernes una opa de exclusión promovida por su principal propietario, Inversora Mer, perteneciente a la familia EGUIZÁBAL, que posee el 91% de la compañía.

La justificación oficial de este movimiento es la escasa rotación de las acciones de Paternina, cuyo capital flotante apenas ronda el 6%, descontado el 3% en poder de LUIS MARÍA CASTRESANA, aunque está por ver si no supone el primer paso para su posterior venta.

Paternina fue adquirida en 1984 al Estado por el patriarca de la familia, Marcos Eguizábal, que aprovechó la reprivatización de las empresas del grupo Rumasa expropiadas a JOSÉ MARÍA RUIZ MATEOS para convertirse en el magnate del vino que siempre soñó con ser.

Gracias a aquel proceso se hizo también con Bodegas Franco Españolas, el segundo pilar del grupo que controlan sus descendientes desde que él falleció el pasado 14 agosto a los 90 años de edad, cuando la opa de exclusión, por cierto, ya estaba anunciada.

Paternina lleva casi una década arrojando sistemáticamente pérdidas, debido al retroceso de la demanda en España y a la necesidad de financiar las fuertes inversiones realizadas a finales de los noventa en plena eclosión del sector.

Como muchos de sus competidores, Paternina cometió la imprudencia de adquirir elevadas cantidades de materia prima en 1999, bajo la creencia de que los precios seguirían en los años siguientes su ascenso imparable.

Sin embargo, de los 2,25 euros que, al cambio, costaba el kilo de uva en aquel año se pasó a sólo 50 céntimos en 2001, con la consiguiente depreciación del vino copiosamente almacenado mientras duró la burbuja.

Bodegueros ocasionales
Ese fenómeno fue consecuencia, al menos en parte, del boom del ladrillo, que animó a muchos constructores a invertir una pequeña porción de sus pingües ganancias en la compra de bodegas, al socaire de una moda que durante algún tiempo hizo furor. Sólo en La Rioja, se multiplicó por diez el número de empresas vitivinícolas, mientras que paradójicamente caía a la mitad el consumo de vino por persona en España.

Por vocación
Marcos Eguizábal también amasó su fortuna gracias a los negocios inmobiliarios que desarrolló en Logroño primero, luego en Madrid y por fin en Almería, donde la localidad de El Egido fue escenario de algunas de las operaciones que más dinero le dieron. Su vocación, empero, era la enología, que incluso quiso estudiar siendo joven, y tras la expropiación de Rumasa, con 65 años, se le presentó la ocasión que llevaba toda la vida esperando.

Espina clavada
De ahí y del tiempo que permaneció al frente del Logroñés, que con él ascendió a la Primera División del fútbol español, obtuvo Marcos Eguizábal el reconocimiento social con el que hace cuatro meses se fue a la tumba. El tránsito, eso sí, le pilló sin ver enderezadas las cuentas de Paternina, que sólo en el primer semestre de 2009 perdió 2,35 millones de euros y para cuya supervivencia la familia ha tenido que realizar fuertes desembolsos en los últimos años.

Más Noticias