Con negritas

El presidente de Cepyme, un objetivo a batir

Quince meses después de la traumática defenestración de JUAN JIMÉNEZ AGUILAR, secretario general de CEOE durante la friolera de 23 años, hay serios indicios de que JESÚS BÁRCENAS, presidente de Cepyme, también está a punto de caer o, al menos, de ser empujado. Si así fuera, desaparecería uno de los últimos vestigios más relevantes de la época del ya fallecido JOSÉ MARÍA CUEVAS, quien rigió los destinos de la patronal a lo largo de un cuarto de siglo, hasta que su quebrantada salud lo obligó a retirarse en febrero de 2007.

Bárcenas pertenecía al círculo más cercano a Jiménez Aguilar, con el que mantenía una relación de dependencia por encima de la puramente orgánica, y tras su marcha se convirtió en una especie de último mohicano de la prolongada etapa anterior. Mientras otros intentaban acomodarse a los nuevos usos impuestos por GERARDO DÍAZ FERRÁN, Bárcenas se ha resistido al cambio, bien que no siempre con idéntica tenacidad, y es el hombro sobre el que aún hoy siguen llorando muchos descontentos.

Sus diferencias con el actual presidente de CEOE datan de los momentos previos a la caída en desgracia de Jiménez Aguilar, cuando la pugna interna por el poder llegó a tal punto que la convivencia se hizo insoportable. Bárcenas se alineó a las claras con el todavía secretario general, convencido quizás de que su capacidad de influencia en la organización era imbatible, pero el tiempo parece empeñado en demostrar que entonces tomó el partido equivocado.

La falta de sintonía con Díaz Ferrán saltó a la vista también a propósito de las reuniones para el fallido diálogo social, a las que Bárcenas le acompañó en su calidad de representante de las pequeñas y medianas empresas, aunque con entusiasmo equivalente al de un alma en pena. Siempre llevó la voz cantante dentro y fuera de la negociación el presidente de CEOE, mientras el de Cepyme tenía que conformarse con el poco lucido papel de convidado de piedra, le gustase o no lo que escuchaba.

A salvo de la quema

Cuando aquel proceso saltó por los aires, a raíz de una tormentosa cena en el palacio de la Moncloa de la que en su día se publicaron pelos y señales, JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO cargó todas las culpas del fracaso sobre las espaldas de Díaz Ferrán. De Bárcenas, sin embargo, el presidente del Gobierno no dijo ni una palabra más alta que la otra, dejando en evidencia o que defendía posiciones distintas o que era insustancial su presencia en la mesa de negociación.

Un punto de inflexión
Aunque hubo empresarios a los que no les gustó que el diálogo social se cerrara sin un solo acuerdo, la arremetida de Zapatero le vino a Díaz Ferrán como llovida del cielo, porque dio pie a que los órganos directivos de CEOE cerraran filas en torno a él. En cierta medida fue un plebiscito informal, del que salió más reforzado si cabe que de las elecciones del pasado mes de abril, en las que fue respaldado por el 86,7% de los votos.

La gota que colma el vaso
Desde entonces, Díaz Ferrán ha tratado con más desdén que nunca a Bárcenas, que ni siquiera fue invitado a hablar en la multitudinaria cumbre empresarial celebrada en Madrid el 2 de diciembre. El presidente de Cepyme, ante tal desaire, decidió no asistir al acto, lo que está siendo utilizado por sus detractores para pasarle factura. La próxima semana, la organización tiene prevista una asamblea general y hay quien pretende que Bárcenas se juegue en ella su futuro.

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