Contraparte

Piensa en verde. Las implicaciones políticas de las black de Caja Madrid

Pablo Carmona Pascual ()

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Pero ¿a qué tanto escándalo con los consejeros de Caja Madrid? ¿Acaso no es una práctica corriente? Que todavía haya quien pueda hablar así y que esto sea lo normal entre las bambalinas de la clase política nos muestra, una vez más, la distancia que existe entre el funcionamiento real de las instituciones y su imagen democrática. El caso de Caja Madrid parece un género nuevo, mezcla de película de terror de serie B, vodevil hispánico y corrupción washingtoniana. Tarjetas black y fundaciones fantasma se han cruzado para ofrecernos una larga lista de responsables que deberían dimitir y no lo han hecho. Valga decir que asistimos de nuevo a un intento por cerrar en falso un caso de corrupción y falta de transparencia ligada con la financiación de partidos, sindicatos y patronal.

   Cabe añadir además que las explicaciones de las organizaciones políticas implicadas han rozado lo cómico. Parece ser que los consejeros designados se volvieron locos, son manirrotos o unos insensatos. Especialmente sangrantes han sido las reacciones de Comisiones Obreras e Izquierda Unida. Desde hace mucho tiempo se intuía que dentro de Caja Madrid sucedía algo raro. Las divisiones en el seno de Comisiones Obreras debidas a las luchas de poder dentro de la Caja y los apoyos de la izquierda a los candidatos de Esperanza Aguirre a la presidencia de la misma ya ofrecieron algunas pistas. En estos meses conocimos también las sonadas caídas de Moral Santín, consejero de IU en la entidad, y de Rodolfo Benito, histórico representante de las Comisiones Obreras madrileñas.

   Sin embargo, ni antes ni después, se ha dado ninguna respuesta convincente a las dos preguntas que deberían ser clave en este escándalo. La primera y más obvia es ¿qué grado de conocimiento tenían las organizaciones implicadas acerca de estos movimientos en Caja Madrid? La segunda tiene que ver con ¿qué garantías tenemos acerca de que los implicados conocidos sean realmente los únicos culpables de lo sucedido?

   Caso de que se haya contestado a estas preguntas habrá que convenir que se ha hecho con el "lenguaje de la vieja política", o como le gusta a Podemos, el "lenguaje de la casta". Sencillamente toda la operación habría dependido de unos pocos nombres, sin implicaciones mayores. Preciso es reconocer que esta no es la opinión del conjunto de los militantes de estas organizaciones, muchos de ellos desesperados, aburridos y definitivamente cabreados con sus direcciones. Coincido además con las voces críticas dentro de estas organizaciones de que hay que reclamar una comisión de investigación que aclare todo lo sucedido. Pero ¿qué ocurre cuando lo fundamental es claro y transparente a los ojos de todo el mundo?

   A día de hoy la sospecha generalizada es que los dineros en metálico que se sacaban de las tarjetas black, los sueldos multimillonarios y las donaciones que realizaba la Fundación Caja Madrid no sólo iban destinados a grandes mariscadas y comprar bonitos regalos. El propio Moral Santín ha declarado ante diversos medios que una buena parte del dinero que cobraba iba a parar a las arcas de su organización. Su afirmación, aún no respaldada por documento alguno, sólo puede ser desmentida caso de que se arroje un buen chorro de luz sobre las muchas dudas y sospechas que despierta el caso.

   En este terreno, los documentos que todos requerimos y que deberían aparecer cuanto antes son los relacionados con la contabilidad de los partidos políticos, los sindicatos y la patronal. En el caso de los partidos se debería añadir además el informe contable enviado al Tribunal de Cuentas con todo lujo de detalles y, por supuesto, la contabilidad de las Fundaciones que se han visto implicadas, y que en el caso de IU Madrid tiene el nombre de FUNDESTE (Fundación de Estudios Municipales y Territoriales). Además debería hacerse pública una contabilidad detallada de los gastos de los consejeros, tanto de sus ingresos salariales como de los conceptos de los gastos y los lugares de depósito del dinero en metálico sacado de los cajeros. Recordemos que Moral Santín retiraba cantidades regulares de hasta 5.000 y 6.000 euros mensuales.

   A falta de estos datos, y muy a nuestro pesar, aquellos de los que disponemos no son muy alentadores respecto de las implicaciones políticas de las black de Caja Madrid. Por tomar sólo el caso del principal partido de la izquierda en la región, según el informe del Tribunal de Cuentas (2009-2011), IU - Comunidad de Madrid acumuló durante el año 2011 una deuda de 204.527 euros con su Fundación FUNDESTE y todavía en el 2013 la organización en Madrid esperaba recibir 70.000 euros de esta entidad.

   Pero ¿qué es FUNDESTE? Si se teclea su nombre en google no encontramos página web ni tampoco actividad pública reconocida. Parece más bien una entidad fantasma. Contaba sin embargo con un abultado presupuesto para desarrollar (valga la contradicción) actividades públicas y jornadas. En concreto sus ingresos entre 2009 y 2011 fueron de más de 1.300.000 euros. De estos ingresos 373.888 euros vinieron, según publican algunos medios, de la Fundación Caja Madrid, precisamente de nuevo para desarrollar actividades y jornadas. Pero con los datos de los que disponemos sólo conocemos una gran partida, el préstamo a IU - Comunidad de Madrid.

  Un último dato y que también debería aclararse es el que se refiere al contenido de las donaciones recibidas por IU - Comunidad de Madrid. Según señala el informe del Tribunal de Cuentas los datos aportados en este epígrafe merecen al menos dos aclaraciones. La primera es que no se cumplió la preceptiva identificación de quienes realizaron los cerca de 26.000 euros en donativos que recibió Izquierda Unida en esos tres años y la segunda que los datos aportados al Tribunal no se corresponden con los datos de la Agencia Tributaria. Ésta última, según las declaraciones de donaciones hecha por la propia IU, contabiliza un importe muy superior al declarado por IU - Comunidad de Madrid por tal concepto al Tribunal de Cuentas.

   En definitiva y a la espera de más informaciones, los datos parecen lo suficientemente contundentes como para pensar que la cadena de responsabilidades no debe reducirse a unas pocas personas. La relación entre Caja Madrid y las organizaciones que tenían consejeros en sus órganos rectores no era de meras soldadas para el despilfarro y el jolgorio de los afortunados. La relación con las Fundaciones de los partidos políticos, con los sindicatos y la patronal no es la historia de la corrupción de unas personas concretas, sino un ejemplo más de cómo se han relacionado en los últimos decenios los poderes financieros y la clase política, al parecer sin excepción por su ala izquierda. O dicho de otra manera, de cómo se ha construido un juego de espejos entre gobiernos y oposición que permitía estabilizar el Régimen del '78 por medio de un conjunto de mínimos compartidos por todo el espectro ideológico.

   Razón de más para que pensemos que a día de hoy el eje político fundamental se asienta sobre un nuevo sentido común que sólo enfrenta dos polos opuestos: la falsa democracia del '78 y el deseo de una democracia real en manos de la ciudadanía. Esta situación interpela especialmente a todos aquellos que en IU, CCOO y otras organizaciones estaban al margen de los chanchullos de sus cúpulas y aparatos y que quieren, de buena fe, formar parte de este polo constituyente y democrático. Para ello estos sectores honestos deberían ser los primeros interesados en enseñar bien sus cuentas, depurar responsables y expresar su voluntad de no repetir la experiencia.

 

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