Contraparte

Europa de nuevo en su precipicio

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Emmanuel Rodríguez (@emmanuelrog) e Isidro López (@suma_cero)
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Gana el Leave. Pocos lo sospechaban y casi todos, en la mañana de hoy, han sentido como se les atragantaba su típico desayuno continental de café y croisant. Con la derrota del Remain se desata un nuevo temblor en la Unión Europea. Y como un resorte automático los políticos europeos, Rajoy entre ellos, han aparecido en los medios hablando de estabilidad institucional, de la unidad de los restantes 28 Estados, de que no habrá efecto dominó, etc. Es el papel esperado y entregado a esta especie propia de las sociedades modernas. Desgraciadamente, los llamados a la calma no explican nada. En lo que sigue algunos apuntes rápidos:

1. El Brexit es un voto de protesta del norte y noreste inglés, las viejas regiones de tradición industrial y minera, que con la división del trabajo a escala continental han quedado en una situación de depresión social y económica permanente frente a la gran región ganadora del sureste: el London Planet, nucleado en torno a la city financiera y todos los servicios asociados. El mapa de voto así lo refleja: victoria del Remain en el sureste y derrota en el resto del país.

2. El Brexit es el motor de la probable, casi segura, independencia de Escocia, donde el Remain ha ganado con holgura en todos y cada uno de los condados. Si la independencia fue en Escocia un voto contra la austeridad, la permanencia en la Unión Europea es considerada por los sectores populares de la región, menos ligados que sus homólogos ingleses a la ideología imperial británica, como el único espacio posible de reconstrucción del Estado social.

3. El Brexit refleja la incapacidad de la clase política británica para gobernar su propia crisis social. El referéndum fue convocado por Cameron para afianzar sus posición frente a la oposición interna de su partido y también para presionar a la Unión con nuevas ventajas para la city. Su derrota en el referéndum no sólo le pone a los pies de sus opositores internos, sino también de una fuerza "anti-sistema", el UKIP de Farage. El sistema de partidos británico, el archireferido modelo de estabilidad institucional, avanza también hacia su descomposición interna de la mano de una clase política aventurera y cada vez más incapaz de cabalgar la época.

4. El Brexit demuestra, a escala continental, que el capitalismo financiero en el mando de la Unión y de los estados concretos, lo que vulgarmente llamamos neoliberalismo, ha resultado muy eficaz a la hora de arremeter contra las viejas instituciones regulatorias de los Estados, y al mismo tiempo extremadamente incompetente a la hora de crear nuevas instituciones que garanticen la paz política y la estabilidad social. Este es el drama de la Unión. Reducida a los cuatro reglas de Maastricht de control del gasto y de la deuda pública, no es reconocida por nadie como un espacio político propiamente dicho, esto es, como un conjunto institucional legítimo, representativo y en el que se dirime una política efectiva de redistribución social a gran escala.

5. El Brexit es un aviso más de que la Unión neoliberal está herida de muerte, pero que la alternativa de los viejos monstruos de Europa (los Estados-nación de memoria imperial) es tan ridícula como imposible en el marco de un espacio económico integrado. La división del trabajo entre cada una de las regiones de la Unión y la propia penetración de la financiarización en todas las actividades económicas hacen inviable cualquier pretensión de soberanía a la escala parcial de un Estado.

6. Para esta provincia europea, tan ensimismada y somnolienta, llamada España, el Brexit cae como un mazazo: la clase política es incapaz de hablar de nada que no sea «política nacional». Con lengua desatada para referirse a uno u otro partido, los políticos convencionales balbucean una serie de lugares comunes al referirse a Europa. Unidos Podemos no escapa a este panorama político. Durante toda la campaña ha rehuido, en gran medida, de construir un discurso de escala europea por miedo a su complejidad. Se trata de un miedo inducido por una extraordinaria dependencia de las encuestas demoscópicas, consideradas única guía de la acción política. Sin embargo, resulta evidente que la desaparición de Europa del menú político hispano no ha sido más que el efecto combinado de un larguísimo ciclo electoral y, en mucha mayor medida, del efecto narcótico de las políticas monetarias expansivas del Banco Central Europeo. Con contadas excepciones, en lugar de un discurso crítico y ambicioso sobre el poder europeo nos hemos encontrado con la enésima transposición desafortunada y disfuncional del "patriotismo" de los contextos emancipadores latinoamericanos.

Entre las oportunidades de Unidos Podemos está, hoy por hoy, la de presentarse como única alternativa posible para rehacer unos equilibrios europeos asediados por el micro y el macro fascismo; para hacer frente al empoderamiento de Nigel Farage y Marine LePen que van a intentar capitalizar políticamente un voto, en el referéndum británico, que no les pertenece enteramente. Con mucho más acierto que la de ondear rojigualdas o de hablar de la sonrisa de la abuela, Unidos Podemos debería reivindicar la larga tradición antifascista, todavía legítima y mayoritaria en el continente europeo.

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