Posibilidad de un nido

La marquesa no trabaja

La portavoz del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados, Cayetana Álvarez de Toledo, junto al secretario general del PP, Teodoro García Egea, y al presidente del partido, Pablo Casado, regresa a su escaño tras intervenir desde la tribuna durante el pleno de sesión de control al Gobierno. E.P./Pool
La portavoz del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados, Cayetana Álvarez de Toledo, junto al secretario general del PP, Teodoro García Egea, y al presidente del partido, Pablo Casado, regresa a su escaño tras intervenir desde la tribuna durante el pleno de sesión de control al Gobierno. E.P./Pool

Lo que ha hecho Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, marquesa de Casa Fuerte, diputada y portavoz del Partido Popular en el Congreso, directora del Área Internacional de FAES, es lo contrario a trabajar. O sea, soltar una ocurrencia y poner la mano. Porque esta señora cobra un sueldazo por cada veneno que escupe. Cierto es que su forma de no trabajar tiene un estilo más afilado que la de su correligionario Teodoro García Egea, diputado, secretario general del PP y campeón de lanzamiento de hueso de aceituna, que tampoco trabaja.

Lo digo porque vivimos tiempos de secarral y lágrima. Tiempos en los que varios millones de hombres y mujeres en España se parten el lomo, y con los codos preparan la comida de los críos, y con las rodillas tratan de arrancarle un aplazamiento más al buitre que ejerce de casero, y con la dentadura, a bocados, recorren en fila la distancia que va desde el pudor hasta la cola del banco de alimentos.

Pero la marquesa se permite el lujo de subirse al estrado a alternar con el político que más le apetece en un ejercicio de frivolidad desde luego muy propio, mientras las multinacionales van sacudiéndose a la calle a trabajadores, a trabajadoras, como quien se quita una zurrapa de la camisa, allá donde la panza empuja. Y más que irán cayendo.

Ah, pero en lugar de pensar en el alimento, en el techo que se les viene encima a millones de familias en este país, familias que dicho sea de paso le pagan el sueldo, a la señora marquesa le apetece jugar a las palabritas, jugar a ser influencer de la basura. La marquesa juega a crear tendencias, terrorismo y desvergüenza mediante.

Después, cuando llega a casa, entra en las redes y se sienta a jugar con los frutos de su nuevo capricho. Vuelve a poner la mano. Y volvemos a pagarle, como así ha sido siempre.

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