Crónicas insumisas

Israel-Palestina, romper el ciclo de violencia está en nuestras manos

Tica Font
Directora de l’Institut Català Internacional per la Pau y miembro del Centre Delàs d’Estudis per la Pau

Los ataques persistentes a los que ha sido sometida la población Palestina de Gaza por parte del ejército de Israel forman parte de un nuevo pico en el ciclo repetitivo de este conflicto. Siempre lo mismo desde hace 60 años. Israel lentamente incrementa la ocupación de territorios y la población palestina aumenta su resistencia a esta ocupación, siempre hay un detonante que hace estallar la violencia latente en violencia física contra las personas y siempre los que salen perdiendo en el pulso del uso de la fuerza son los palestinos. Siempre después de estas masacres duras e inhumanas, después de todo el sufrimiento provocado por las pérdidas humanas, llega la tregua, llega el momento de reconstruir el dolor, las casas y las infraestructuras, y es el momento en que vuelven las ayudas internacionales. Pero Gaza continuará siendo una prisión israelí autogestionada por los prisioneros y liderada por Hamás. Esta dinámica niega la posibilidad de futuro a los habitantes de Gaza que solo pueden aspirar a vivir de la caridad internacional.

Hoy, con un gran sentimiento de impotencia, sin ánimos para continuar enumerando los crímenes de lesa humanidad y las violaciones del derecho internacional, sin ánimos para seguir criticando a los gobiernos de Estados Unidos y la UE que, pudiendo haber frenado estos crímenes no lo han hecho, que pudiendo haber decretado sanciones contra el régimen de apartheid no lo han hecho, solo nos queda recordar las acciones que ciudadanos conocidos y anónimos llevan a cabo para acabar con esta masacre vergonzosa e inmoral. La esperanza de que este conflicto finalice está en nuestras manos, en las manos de todos los ciudadanos mundiales. Somos los ciudadanos los que podemos forzar a que acabe esta nueva versión de apartheid. El instrumento de los ciudadanos se llama boicot.

La iglesia Presbiteriana (EEUU) ha vendido sus acciones en HP, Motorola Solutions y Caterpillar por la complicidad de las mismas con la ocupación. La multinacional de seguridad G4S, después de que la Fundación Bill Gates y la Iglesia Unida Metodista retiraran sus inversiones, está estudiando dejar de trabajar en el sistema penitenciario israelí. El fondo de pensiones holandés ABP ha retirado sus fondos de dos empresas de armas israelíes. Una cadena británica de venta al menor, ha retirado de sus estanterías los productos DodaStream por su papel en las ilegales colonias de Cisjordania.

El profesor y físico Stephen Hawking apoya el boicot académico a Israel y ha decidido que no asistirá a un foro patrocinado por Shimon Peres. Otras universidades y científicos se han sumado al boicot de intercambios científicos con homólogos israelíes. Artistas o músicos como E. Brian, A. Lennox y T. Kweli, directores de cine como M. Leigh y K. Loach, escritores como J. Adrienne Rich, 150 artistas de cine y teatro (Vanesa Redgrave y Cynthia Nixon) han manifestado su apoyo al boicot y algunos actores israelíes se han negado a actuar en el teatro de la ciudad de Ariel o el diplomático S. Hessel instan a sus colegas a sumarse al boicot.

El arzobispo Desmond Tutu ha invitado a líderes religiosos a que se sumen a la campaña de desinversión en empresas que trabajan en territorios ocupados y a nombrar a Israel como un estado apartheid.

La organización de judíos estadounidenses Voces Judías por la Paz, que trabaja a favor de la reconciliación, ha rechazado la construcción del muro, los ataques e incursiones militares en Gaza y Cisjordania y dan apoyo a los jóvenes que se niegan a alistarse.

Miles de personas famosas y miles de personas desconocidas trabajan en la campaña Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra la colonización, el apartheid y la ocupación.

La historia nos demuestra que los cambios son posibles. El camino no es fácil ni rápido, pero es posible; para ello se requiere un cambio en la mentalidad de cada individuo, un cambio de mentalidad colectiva, un compromiso individual y colectivo para provocar el cambio. Tenemos que tener conciencia de que cada uno de nosotros somos potenciales actores del cambio y la transformación social, al igual que hay que tener conciencia de que aquellos que callan o que no quieren saber están contribuyendo a la guerra o son sus cómplices. Sin la pasividad de miles o millones de personas no hubiera sido posible el holocausto. Ahora sin el silencio de gobernantes y millones de personas no serían posibles los crímenes contra la humanidad a los que están sometidos la población de Gaza y Cisjordania.

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