Crónicas insumisas

100 años de guerra

Pere Ortega
Centre Delás de Estudios por la Paz

Ahora hace 100 años, los pueblos europeos se lanzaron de manera entusiasta a la guerra. El asesinato en Sarajevo de Franz Ferdinand, heredero de la corona del Imperio Austrohúngaro y su esposa fue un detonante aislado. Los hechos reales, los que empujaron de verdad a la guerra fueron las políticas nacionalistas con afán imperialista de los cuatro imperios europeos entonces vigentes: el otomano, el ruso, el prusiano y el austrohúngaro que a su vez habían sabido entusiasmar a sus respectivos pueblos para ir a la guerra.

Los hechos posteriores son de sobra conocidos, aquellas políticas insensatas arrojaron dos guerras mundiales que devastaron Europa. En 1945, nacía una Europa de nuevo dividida y enfrentada en dos grandes bloques, los vencedores de la segunda guerra que, de nuevo, se lanzaron a otra guerra atroz, esta vez en la periferia de Europa, donde las potencias dirimían sus diferencias ideológicas, pero también imperiales en nuevas guerras. No fue hasta la derrota en 1991 de una de ellas, la URSS, que eso desapareció.

Pero tampoco fue suficiente. El nuevo imperio vencedor ya hegemónico en todo el mundo, se puso a administrar la victoria dedicándose a aniquilar a todos aquellos gobiernos que se resistían al nuevo orden, el de la globalización capitalista que también era cultural. Pero había una parte del mundo, el Oriente Medio y algunos otros países donde existía una ideología basada en la religión que se resistía a esa globalización cultural.

Entonces, el imperio se lanzó a nuevas guerras para imponer su dominio. Y surgieron las catástrofes de Afganistán, Irak, Libia y Siria, que con circunstancias diferentes tenían un rasgo común, el imperio era incapaz de instaurar el nuevo orden y en cambio instauraba el caos. Así, hoy por donde pasa el caballo de la guerra del imperio occidental ya no crece la hierba y el caos se extiende en forma de resistencia armada y también terrorista por muchas partes hasta alcanzar Europa y Estados Unidos.

Samuel Huntington se llevó a la tumba su error de las guerras de religión, pero nos legó la idea de guerra entre Occidente y Oriente que EEUU aplicó y hoy nos tiene atrapados. Una guerra que surge en un contexto cultural y político muy diferente a la de hace 100 años. En el seno de una comunidad cultural musulmana que se resiste al dominio cultural occidental, en el que ha surgido una corriente ideológica, el islamismo político que en su seno tiene posiciones extremistas que predican y practican la violencia contra el imperialismo, al que con razón culpan de todos sus males.

El futuro inmediato no es esperanzador. O se enmiendan las políticas, tanto de EEUU, Rusia y Europa respecto al mundo que habita en Oriente Medio o los conflictos proseguirán y se agrandarán. Tarea nada fácil, pues se deben desactivar la infinidad de conflictos que atraviesa ese mundo. Empezando por la guerra contra Palestina, que es la causa y excusa que activa el odio antioccidental por el apoyo de EEUU y Europa a las atrocidades que Israel practica sobre los palestinos. Después se deben intentar recomponer los desastres de Afganistán, Irak, Libia y Siria mediante conferencias regionales que impliquen la retirada de militares y ayudas para que las fuerzas internas se autogobiernen, sean cuales sean las consecuencias y los gobiernos que surjan de los pactos o elecciones internas, pasando por aceptar la desmembración de unos estados artificiales, muchos de ellos surgidos de guerras impuestas desde el exterior.

Pero sobre todo cambiar las políticas desde EEUU, Rusia y Europa. La más importante, supeditar las relaciones económicas al respeto de los derechos humanos de las poblaciones de ese mundo. Acompañadas de políticas de buena vecindad, apoyo mutuo, seguridad compartida, desarme, cooperación, codesarrollo y respeto a Naciones Unidas (reformadas) que permitan desactivar los conflictos que hoy nos dividen y enfrentan. Si eso no se lleva a cabo proseguiremos de guerra en guerra hasta la derrota final.

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