Crónicas insumisas

Qatar financia el Yihadismo y al Barça

Tica Font, Directora del Instituto Catalán Internacional por la Paz y miembro del Centre Delàs d’Estudis per la Pau.

El emirato de Qatar, un país muy pequeño y muy rico, financia a grupos islamistas extremistas en Libia, Siria o Iraq al mismo tiempo que mantiene relaciones económicas intensas con multinacionales occidentales.

En Libia, la capital Tripoli está bajo control de una coalición de grupos islamistas cuyos recursos económicos y armamentísticos se dice que provienen directamente de Qatar.

En Siria, Qatar financia y arma directamente a grupos violentos islamistas como Ahrar al Sham, los Hombres Libres de Siria, una organización clave en la revuelta contra el régimen del presidente Bashar al Assad.

El ministro de Cooperación Económica y Desarrollo alemán este agosto pasado acusó a Qatar de estar financiando y armando a las milicias del Estado Islámico; el emir de Qatar, ante la presidenta Merkel, afirmó que Qatar "nunca dio apoyo y nunca apoyará a organizaciones terroristas", aunque desconocemos que considera el emir que es una organización terrorista, además de financiar a los grupos mencionados que combaten a Al Assad en Siria, Qatar da cobijo y financia a la cúpula de Hamás, una organización que la UE considera terrorista. La canciller Merkel dijo no tener "razones para dudar" de la veracidad de las palabras de su interlocutor.

Como era de esperar después de reproches en voz baja ambos contertulios destacaron el interés mutuo por estrechar los lazos económicos y reforzar las inversiones entre ambos países. El emirato es el mayor inversor del mundo árabe en Alemania -con un volumen de inversiones cifrado en 18.000 millones de euros-, mientras que los grandes consorcios alemanes -como Volkswagen, Siemens, Hochtief y el Deutsche Bank - están fuertemente implicados en proyectos destinados a los Mundiales de Fútbol de 2022. Merkel defendió los negocios armamentísticos entre ambos países, incluida la venta a Qatar de 62 blindados Leopard,

Qatar a pesar de ser un país pequeño, 250.000 habitantes y un ejército reducido, ha basado su seguridad en alianzas exteriores de todo tipo, comprando silencios y complicidades. Además de acoger a la cúpula de Hamas, aloja en su territorio la sede del Comando Central de las Fuerzas Armadas (Cetcom) estadounidenses para Oriente Medio y la estratégica base área de Al Udeid, epicentro de las operaciones aéreas estadounidenses en toda la región. Es decir Qatar hace compatible la relación estrecha de aliado con Estados Unidos y la de apoyar a los grupos islamistas armados. Hace la política de poner huevos en todas las cestas, mantiene la televisión más vista en el mundo musulmán, Al Jazeera, invierte capital en empresas europeas desde Deutsche Bank a Iberdrola, a patrocinar el Barça, a hacerse con los derechos de la Liga de Futbol Profesional o a subven-cionar el proyecto de construcción de la mayor mezquita europea en Barcelona.

Como se ha mencionado el emir de Qatar niega que sea el propio gobierno quien financie económicamente al yihadismo, parece ser que el dinero procede de personas ricas qatarís, de donaciones de particulares que creen en el proyecto de creación de un estado islámico sunita y que quieren contribuir a la causa. Evidentemente para que el dinero privado llegue a los grupos yihadistas, es necesario la pasividad del gobierno de Qatar. Pero lo sorprendente es que los países que combaten el yihadismo se mantengan pasivos y en silencio ante Qatar; igual que el silencio de las entidades bancarias occidentales que se prestan a mantener depósitos de capital qatarí mientras predican la responsabilidad social corporativa.

Respecto a la procedencia de las armas en manos de los grupos yihadistas, recordemos que a menudo se suelen crear tramas utilizando países intermediarios a los que se les pide que compren armas, que luego serán introducidas de manera ilegal en Siria a través de la frontera turca e iraquiana.

En diversos artículos se ha comentado que el Estado Islámico también se ha financiado y se está financiando con la venta de petróleo de los pozos situados en zona controlada por sus milicias; también de robar los depósitos bancarios de las ciudades ocupadas; por el cobro de impuestos o extorsión a empresas, hombres de negocios y minorías religiosas y que una parte de sus armas proviene del robo en cuarteles del ejército iraquí proporcionadas por EEUU.

Hay muchas maneras de combatir a los extremistas fanáticos, incluido el yihadismo, una de las mejores sería cortar su financiación y el acceso a las armas. Pero solo escuchamos que la única forma de combatirlos es haciéndoles la guerra arrojándoles bombas y misi-les.

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