Crónicas insumisas

El presupuesto de Defensa aumenta un 32%

Pere Ortega, Centre Delàs d'Estudis per la Pau

El Ministerio de Defensa, después de diez años de continuo retroceso este año 2017 aumenta un 32% si se compara con el presupuesto inicial aprobado el año anterior, aunque en términos reales aumenta un 0,6%. Esta disparidad viene dada por las argucias presupuestarias que el ministro Montoro aplica a este Ministerio para amagar el gasto militar real a la opinión pública. Me explico, el Ministerio de Hacienda, de acuerdo con el de Defensa, desde el año 2012, decidieron no incluir el pago de los Programas Especiales de Armamentos (PEA) en el presupuesto, para luego, durante el ejercicio, recurrir a la aprobación en el Consejo de Ministros de un crédito extraordinario para hacer frente a los pagos de esos PEA. De esta manera se llevaba a cabo un fraude, aparentemente el presupuesto de Defensa disminuía cuando en realidad aumentaba, como luego se constataba en la liquidación del presupuesto al finalizar el año, pues todos los años aumentaba en más de 2.000 millones.

Esta práctica irregular, fue denunciada por el Centro Delás de Estudios por la Paz y llevada a los partidos políticos de la oposición del Congreso de Diputados, que elevaron una protesta conjunta entre UPyD, IU-ICV-ERC y PSOE ante el Tribunal Constitucional, quién acabó dictaminando que se trataba de una práctica ilegal y que los créditos debían ser aprobados en el Congreso de Diputados. Esto impidió que en 2016 se llevara a cabo el pago de los PEA y se tuviera que aplazar a 2017, juntándose dos anualidades que suman 1.824,5 millones y que justifican el aumento de un 32% del presupuesto de Defensa.

Los PEA, son grandes programas de armamentos (aviones EF-2000 y A400M, helicópteros Tigre y NH-90, buques de guerra y blindados) así hasta 24 PEA iniciados en 1996 bajo la presidencia de José María Aznar, que en su totalidad a fecha de hoy tienen un coste colosal, 35.478 millones, de los cuales se adeudan no menos de 26.000 millones, a los que Defensa debe hacer frente anualmente mediante el pago entre 800 y 1.500 millones.

Pero la incorporación de los pagos de los PEA no acaba con la ocultación de los gastos en defensa, pues existe otra partida, la de las misiones militares en el exterior, que se le asignan 14,3 millones, cuándo todos los años se gasta alrededor de 800 millones que son aportados desde un fondo de reserva, un cajón de sastre previsto en los presupuestos para imprevistos. Si a eso añadimos todas aquellas partidas inequívocamente militares que se encuentran repartidas por otros ministerios, clases pasivas militares, mutua militar, I+D militar (Industria), Guardia Civil (Interior), CNI (Presidencia) e intereses de la deuda en proporción al gasto en defensa, entonces el gasto militar español asciende a 18.605 millones. Una cuantía que representa 51 millones diarios de gasto militar al que cada ciudadano contribuye con 400 euros al año de su renta. Un gasto que como desea la ministra de Defensa, De Cospedal, eleva el crédito en defensa de España hasta el 1,63% del PIB y nos acerca al 2% que reclama la OTAN.

Coincidiendo con la presentación del presupuesto del Estado español, estos días se celebra la semana mundial de acción sobre el gasto militar (GDAMS), una campaña que lleva a cabo International Peace Bureau, y resulta oportuno hacer un llamamiento a la opinión pública que se deben redoblar los esfuerzos para reducir el gasto militar, así como sus destinatarios, las fuerzas armadas estatales, que en el mundo son 19,7 millones de soldados con un gasto 1,686 billones de dólares, de los cuales, solamente que los Estados redujeran el 3%, tal como solicitó el PNUD de Naciones Unidas, representaría un ahorro de más de 50.000 millones que destinados al desarrollo acabarían con las grandes desigualdades que en todos los órdenes existen en el planeta.

Esto es extensible al Estado español, pues nuestro país desde la llegada de la crisis en 2008, ha sufrido un fuerte recorte en el gasto público afectando en especial al gasto social, a la educación, la sanidad, las inversiones en infraestructuras, la obra pública y al fomento de empleo. Así, el presupuesto presentado para su aprobación este año 2017, continúa con la tónica de años anteriores de aplicar fuertes ajustes en la mayoría de los ministerios con un crecimiento prácticamente nulo en todo el gasto no financiero que tan solo supone un aumento de un 1,3% con respecto al año anterior. Mientras se prioriza el pago en armamentos de nula necesidad social que solo beneficia a las empresas militares. Cuando por otro lado, el crecimiento del PÌB en 2016 fue de un 3,2% y para el año 2017 se pronostica de un 2,5%, es decir, que estamos emergiendo de la crisis y por el contrario se presenta un presupuesto muy regresivo.

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