Crónicas insumisas

El militarismo de Donald Trump

Pere Ortega, Centre Delàs d'Estudis per la Pau

El pesimismo de la inteligencia nos tiene avisados de que después de lo malo viene lo peor. Así lo confirman los primeros pasos de Donald Trump en política exterior con unas propuestas temibles que amenazan la convivencia y la paz mundial. Entre la larga lista de nombramientos de personajes de la derecha más reaccionaria, nombró como Secretario de Defensa a James Mattis, un exgeneral partidario de las guerras preventivas. Y fiel a sus promesas de campaña electoral, una ya se ha cumplido, firmando un decreto que impide a ciudadanos de siete países entrar en EEUU, todos de religión musulmana, de donde, según Trump, procede el yihadismo que ataca EEUU: Siria, Irán, Irak, Yemen, Afganistán, Sudán, Somalia y Siria. En esa lista, en cambio, no están aquellos estados que están acusados de sufragar el yihadismo, Arabia Saudí, Catar y el resto de petromonarquías sunitas, por una razón sencilla, son aliados de EEUU.

Es difícil que Trump empeore el unilateralismo de George Bush jr con sus guerras preventivas contra el terrorismo en Afganistán e Irak y lo más probable es que esas guerras de Oriente Medio tomen una dimensión diferente. Pero no cabe esperar que vayan a mejorar, pues dudo que busque soluciones por la via de la negociación y el acuerdo que conduzcan a la pacificación de la región, sino más bien al contrario. Pues en campaña, Trump anunció un aumento del militarismo de EEUU, incrementando el gasto militar y el número de las fuerzas armadas, y que acabaría con el yihadismo de manera expeditiva, es decir aumentando la guerra.

En ese sentido ya ha hablado con Vladimir Putin con quien es sabido que mantiene una relación cordial, y un país, Rusia, donde Trump y su Secretario de Estado, Rex Tillerson, otro ultra ex ejecutivo de ExxonMobil, mantienen lucrativos negocios en hidrocarburos. Seguro que ambos han abordado la guerra de Siria y cómo acabar con el yihadismo. Pero ello tampoco vaticina nada bueno, pues puede ser temible una alianza entre Rusia y EEUU para acabar con el yihadismo, pues acudir a un mayor empleo de la fuerza, no solucionará el problema del terrorismo, pues vencer al ISIS y otros grupos yihadistas sobre el terreno puede ser relativamente fácil, pero su dispersión por otras áreas es segura, desde dónde continuaran perpetrando sus ataques.

También habrán abordado, Putin seguro que lo ha planteado, que se finalice el hostigamiento de la OTAN en las fronteras rusas, y que le apoye frente a Ucrania para resolver el conflicto con las repúblicas rebeldes de Donetsk y Lugansk. Y en ese sentido es fácil prever un cambio en las relaciones entre estos dos países y que pasen de la confrontación actual a un apaciguamiento mutuo y quizás a una progresiva amistad.

Peor lo van a tener los palestinos, si aún es posible empeorar. Pues Netanyahu, tras la victoria de su amigo Trump, ya anunciado aumentar la colonización de Cisjordania, y espera recibir el apoyo de la nueva administración de EEUU, quien ya anunciado la instalación de la embajada en Jerusalén, un territorio, que Naciones Unidas denomina como ocupado ilegalmente por Israel. Es decir, que el calvario de los palestinos se prolongará y empeorará con nuevos enfrentamientos.

La gran incógnita es si Donald Trump hostigará a China. Ese sí que puede ser un escenario de catástrofes futuras. China hasta la fecha, a pesar de haber modernizado sus fuerzas armadas con nuevos armamentos, no ha llevado a cabo inversiones importantes en su armamento nuclear, y se ha limitado proteger lo que dice son sus aguas territoriales con una armada cada vez más potente para asegurar el flujo de recursos que necesita su país para seguir con su incesante desarrollo. Hecho que ha llevado a China a crear islas artificiales en aguas que son litigio con Japón, Vietnam y Filipinas, donde hay petróleo. Si EEUU entra colisión con China, se puede desencadenar un conflicto que afectará al ámbito nuclear, de proporciones insospechadas y catastróficas para el planeta.

No menos preocupante es la relación con Irán, ¿EEUU proseguirá con la política de apaciguamiento con la república de los ayatolás, o hará caso a Israel y Arabia Saudí, y volverá a hostigar a Irán? Si lo hace, la tercera guerra mundial que se lleva a cabo en el Oriente Medio se incrementará, pues Irán, potencia emergente tampoco es un país que se deje doblegar en su soberanía.

La etapa de Barack Obama al frente del imperio, sin duda estuvo llena de sombras y desaciertos en política exterior, pero se habían producido, aunque menores, algunos avances, en desarme, hubo una pequeña reducción del arsenal nuclear; disminuyó el belicismo y las intervenciones en el exterior; se desactivaron conflictos (Irán y Cuba); disminuyó el gasto militar de EEUU y de los países de la OTAN; redujo el número de efectivos militares. Ahora, este nuevo personaje que lidera el imperio es temible y si lleva a cabo todas sus promesas el mundo se puede volver mucho más peligroso, las guerras se pueden incrementar, el yihadismo terrorista ser más virulento. Aparte de otras cuestiones no menores: negar el cambio climático y aumentar las emisiones de CO2; no poyar a Naciones Unidas; aumentar las violaciones de derechos humanos como autorizar la tortura y la xenofobia. Malos tiempos para la paz.

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