Cuarto y mitad

La Ley Trans se inspira en La Vida de Brian

Nunca los Monty Python fueron tan clarividentes como en la escena de La vida de Brian en la que Stan declara que quiere ser mujer porque quiere tener hijos. Aunque los demás le hacen ver que no puede parir, Stan (ahora Loretta) insiste en que es su derecho como hombre, y sus amigos acuerdan defender este derecho imposible como símbolo de la lucha contra la opresión. Pues bien, eso mismo está ocurriendo en todo el mundo, en cierto sentido, y en España concretamente, con el tema de la mal llamada Ley Trans.

Yo no soy jurista, pero el sentido común me dice que si se universaliza un derecho lo es para toda la población. Según el artículo 9.1 del Proyecto de Ley Trans: "Toda persona de nacionalidad española, mayor de 16 años, y con capacidad suficiente, podrá solicitar por sí misma la rectificación de la mención registral del sexo". ¿Dónde se menciona que este derecho sea exclusivo de las personas trans?  ¿O se presupone que solo las personas trans se acogerán a él? ¿Por qué? Muchos dirán: porque nadie cambiará su sexo registral solo por capricho. Por capricho puede que no, pero si cambiando el sexo se puede tener algún beneficio colateral ¿qué impide a cualquier persona hacer un trámite tan sencillo como ir al Registro Civil y decir que quiere cambiar su sexo? Máxime cuando el proyecto de ley dice, artículo 5.1 "toda persona tiene derecho al reconocimiento de su identidad de género libremente manifestada sin la necesidad de prueba médica o psicológica", y el artículo 12.2 añade: "El ejercicio de este derecho en ningún caso podrá estar condicionado a la previa exhibición de informe médico o psicológico alguno, ni a la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos o quirúrgicos o de otra índole". Par rizar el rizo, según se recoge en la Exposición de Motivos IV, "como novedad ya no se exige que la rectificación de la mención registral del sexo se acompañe de un cambio de nombre".

¿Cómo se diferenciarán las personas trans genuinas de las oportunistas si previamente no hay que demostrar que se es trans? Manolo (por ejemplo), podrá seguir llamándose Manolo, tener sus características físicas varoniles, sus genitales de varón, pero podrá tener sus documentos donde figure que es mujer. ¿Qué pasará con Manolo cuando viaje a un país islámico con sus documentos de mujer? ¿Tendrá que ponerse velo, o allí ejercerá de hombre?  ¿Quién le impedirá a Manolo entrar en los espacios femeninos, baños, saunas, vestidores, competir en deportes femeninos, ocupar cuotas reservadas a mujeres, lugares de representación, pasar pruebas con baremos diferenciados por sexo, etc.?  Los redactores de la ley parece que son aficionados al cine, incluidos los hermanos Marx.

La Ley Loretta es un despropósito de principio a fin. Y lo es porque no es una ley para resolver los problemas de las personas transexuales, sino porque es un proyecto que se basa en el concepto de autodeterminación de género que, para más inri, ni siquiera define. En ninguna parte del proyecto se define ni sexo ni género, ni transexualidad. Hacerlo hubiera supuesto un esfuerzo intelectual y unos conocimientos teóricos muy superiores a las capacidades mostradas por las personas que han redactado la ley. Solo hay que ver la superficialidad e infantilismo del Artículo 4 dedicado a Definiciones, que parece redactado por alumnos de primaria: en apenas 10 líneas se define identidad de género o sexual, persona trans, expresión de género o transfobia.  Mis alumnos me hacen esto y los suspendo.

El redactado del proyecto de ley presupone que el género es una esencia innata, una emanación o energía interior que  emerge  en un cuerpo equivocado (de ahí que hablen de menores trans), una falacia que incluso Mermaids y Chrysallis han borrado de sus páginas web.

Que el malestrar que algunas personas experimentan respecto a su cuerpo provenga de tener que ajustarse a unos patrones sociales rígidamente establecidos (eso es el género), que la identidad es un proceso que tiene lugar siempre en interacción con el entorno y los demás, o que lo que haya que cambiar sean los estereotipos impuestos a los cuerpos sexuados, de eso no hay ni rastro en el proyecto de ley. Como es tan difícil cambiar la sociedad, convirtamos en identidad lo que no es más que imposición patriarcal. Vamos a dedicarnos a performar el género y a hacer parodias, que es justo lo que propone la gran sacerdotisa Judith Butler. Y a eso lo llamamos autodeterminación de género, y además somos tan modernos que va a tener efecto legal.

Que hagan una ley para resolver los problemas de discriminación que sufren las personas transexuales, si hace falta, pero que no nos vendan la moto de que cada uno puede elegir el sexo o el género que quiera como si se tratase de la oferta de un centro comercial

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