Culturas

Bloomsday

Con Cedilla//Sebastià Alzamora

Además de por su bendita negativa al tratado de Lisboa y a la chamba de burócratas de Bruselas, los irlandeses son noticia porque ayer, como cada año por el 16 de junio, se celebró el Bloomsday. De hecho, el Bloomsday se celebra en todo el mundo pero muy especialmente en Dublín: lógico, tratándose como se trata de una celebración dedicada a Leopold Bloom, el personaje protagonista de la enorme novela Ulises, de James Joyce. Los impulsores del Bloomsday son generalmente grupos de admiradores de la obra magna de Joyce que, cada 16 de junio (fecha en que transcurre la acción de la novela, escogida a su vez por el autor porque ése fue el día en que tuvo su primera cita con Nora Barnacle, quien se convertiría en su paciente y amante esposa, talmente una Penélope dublinesa), se dedican a revivir y/o escenificar los momentos más relevantes de la novela. Pasacalles, fiestas de disfraces, citas gastronómicas, representaciones teatrales, acciones multidisciplinares y, últimamente, iniciativas virtuales en Internet que guardan alguna relación con Leopold Bloom, Stephen Dedalus, Molly Bloom y el resto de sus compañeros de ficción se multiplican por doquier; aunque por supuesto es en Dublín donde el Bloomsday alcanza su máximo esplendor y razón de ser: desde los recorridos urbanos por los escenarios de la novela hasta lo que ustedes quieran, el Bloomsday es en Dublín un fiestorro impresionante en torno a uno de los capolavoro de la literatura moderna.

Bloom y los demás
Publicada en 1922, Ulises se convirtió de inmediato en motivo de controversia: para Virginia Woolf, se trataba de una novela "horrible y pornográfica"; para T. S. Eliot, el alcance y la envergadura de la obra de Joyce eran tan mayúsculos que ser contemporáneo suyo significaba una responsabilidad casi insoportable. El propio Joyce respondió como pudo a tantos ditirambos, afirmando que el problema de Ulises era que todo el mundo insistía en tomársela en serio, "cuando, por mi honor de caballero", enfatizaba, seguramente burlándose, "el libro no contiene ni una sola línea escrita con seriedad". Aún hoy pulula un número no del todo despreciable de memos solemnes que insisten en intentar soslayar la importancia de Ulises, tildándola de aburrida, abstrusa, pedante o cualquier otra tontería que se les ocurra: incluso hay quien todavía busca las coquillas en una supuesta falta de moral que creen ver en la obra o en el propio autor. Da igual: lo cierto es que, como decía el mismo T. S. Eliot, son bárbaros los pueblos que no honran a sus poetas. Así pues, conviene felicitar a los irlandeses por mantener año tras año la celebración del Bloomsday, alejándose así un poco de la barbarie que a todos nos acecha. No estaría mal que, en otras latitudes –las nuestras, sin ir más lejos– se tomara ejemplo.

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