Culturas

Camille Claudel y el oro

DE AQUÍ PARA ALLÁ // MARTÍN CASARIEGO

Hasta el 13 de enero puede verse en la Fundación MAPFRE de Madrid la primera exposición en España de Camille Claudel (1864-1943), la malograda escultora artística y sentimentalmente unida a Rodin.

La leyenda
Las vidas casi nunca –o nunca- son fáciles, y querer triunfar en el mundo del arte suele ser un pasaporte hacia la frustración. El personaje de Camille Claudel reúne los ingredientes típicos de una receta de mucho éxito: la del artista maldito. Atraída desde niña por la escultura, Claudel se mudó con diecisiete años a París. Impresionado por su talento, Rodin, su maestro, la incorporó a su taller. Se inició así una relación tormentosa, en la que se mezcló el arte, la ambición y el amor, que se prolongó hasta 1898. La joven, además de servirle como musa y modelo, ayudó a Rodin en Las puertas del Infierno. Rodin no abandonó nunca a Rose Beuret, y su relación con Claudel terminó. Ésta empezó a tener crisis nerviosas, y en 1913 su familia la internó en un psiquiátrico, de donde ya nunca salió. Su hermano, el poeta Paul, escribió, con sentido de tragedia griega: "todos esos maravillosos dones que le había repartido la naturaleza no han servido más que para causar su desgracia".

 
La obra
Ver sus esculturas sirve para confirmar que, más allá de la leyenda romántica y del cotilleo retrospectivo –al que los seres humanos también somos aficionados-, Claudel fue una artista exquisita, moderna y turbadora, como vio en su momento Octave Mirbeau. Supo plasmar el movimiento, como en El vals, la derrota, como en El hombre agachado, la gracia del cuerpo joven (Muchacha con gavilla) y la decadencia del viejo (Cloto), y se muestra igual de hábil con la terracota, el mármol o el bronce. En La edad madura, su obra cumbre, cargada de sentimiento y significado, una anciana arrastra a un hombre maduro, ante las súplicas de una mujer joven. Interpretada en su momento como el ocaso, como el adiós a los placeres y a la vida, a partir del texto de 1953 de Paul, Mi hermana Camille, se ve en clave autobiográfica: Rodin abandona a Claudel por Rose Beuret.

Arte y locura

A menudo relacionamos locura y arte. En realidad, entre los artistas, los hay locos y cuerdos, y el mundo está lleno de dementes a los que su mal impide hacer cualquier cosa. La enfermedad mental de Claudel destruyó a la artista que había en ella. "Yo le enseñé dónde podía encontrar oro; pero el oro que encuentra es suyo", escribió Rodin. Por un momento, mientras paseo por la exposición, ese oro también es mío.

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