Culturas

La polémica y las morcillas

Uno de los nuestros  // Peio H. Riaño

La inadaptación se lleva dentro. Por algún lado, por alguna razón. No encajas y no encajas. No se trata de forzar nada, simplemente ser. Ser a secas. Nuestro primer invitado a este viaje que arranca hoy por quienes se empeñan en un discurso creativo propio de nuestros días, es Sergi Fäustino, actor, director e intérprete de representaciones que no encajan en ningún teatro que pretenda la rentabilidad. Tampoco la quiebra, que la inadaptación también necesita comer para resistir.

Fórmate como puedas
Fäustino es un bicho que busca el espacio propio para dar rienda a su libertad desde que en 1996 ingresara en la School for New Dance Development (SNDO), en Amsterdam. Dejó los estudios a la mitad, pero el ingreso en esta academia para que le formasen como bailarín ha debido de ser el único intento que se ha planteado por seguir la corriente. Si se le pregunta por su formación suelta que estudió un curso de vela en el Club Marítimo de Barcelona, que hizo la mili en el acuartelamiento de Huesca y que estuvo en una clínica para gente de la tercera edad durante dos años. Todo eso antes de que saltara al escenario, porque sin todo eso no hubiera sido posible hacerlo.

Cómetela toda

Pero lo hizo y se dio a conocer en el año 2003 con unas morcillas que preparaba allí mismo, en Nutritivo. Una enfermera le sacaba la sangre en escena, la cocía con cebolla, canela, pimienta y un poquito de sal. Una vez cocinada la ofrecía al público y desataba la polémica. Él dice que la mayoría de la gente no dejaba ni una. Cuando fui a verla quedaron todas. Aquello se convirtió en un bombazo inmediato con el que recorrió media España y Francia, sembrando expectación a partir de la anécdota.

En escena, ideas
Sergi rompió con las normas que le obligaban a tener una formación para pisar ese sacro lugar, reservado para los cómicos. Nada de imposiciones. Dejaba de lado las etiquetas que si danza, si teatro o si performance. Lo que ve es un espacio para hacer carne unas ideas. Qué importa cómo se llame. Hace lo que le apetece, con el formato que mejor le viene. Y ya van cinco montadas y una en preparación, además de haber trabajado con La Fura dels Baus, con Sol Picó, con Carlos Santos o Carmelo Salazar, entre tantos.

La obligación es la libertad
Le sobran decorados, luces y fuegos artificiales, se queda con los huesos para roer en la caricatura de lo que somos, aunque delante haya 50 personas el mejor día. Enseñará Duques de Vergara, lo nuevo, el próximo 18 de abril, como uno de los ciclos imprescindibles de la escena contemporánea, "Radicales libres", en el Teatro Lliure.

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