Caminamos hacia un mundo sin sentido, donde los gobiernos manejan indicadores parciales que al ciudadano de a pie dejan, me van a perdonar, con el culo al aire. Hace unos días, se aplaudían en Europa los datos económicos de Alemania, con un crecimiento del 3%, pero no se decía nada de sus niveles de desigualdad social, de que 7,3 millones de personas, el 25% de la Población Económicamente Activa, sufre contratos temporales -mini jobs- de tan sólo 230 euros al mes.
Hace unos días también, el ministro de Economía británico, George Osborne, viajaba a China, paraíso del respeto de los Derechos Humanos (como todo el mundo sabe), para tratar de convertir a Reino Unido en el mayor receptor de inversión de renminbis y hoy sabemos que China Investment Corporation (CIC) ha comprado el 8,68% de Thames Water (el Canal de II de Londres, para entendernos).
Sigamos con Reino Unido. Estas Navidades han sido uno de los períodos más exitosos en cuanto a ventas para cadenas de supermercados como Sainsbury; han batido récords. Sin embargo, esta semana conocíamos un informe, elaborado por una cooperativa de organizaciones entre las que se encuentra Oxfam, en la que se denunciaba que sus empleados no ganan un salario digno. En concreto, cobran del orden de 7,20 libras/hora (8,5 euros) cuando el salario digno según las autoridades de Londres es de 8,30 libras/hora (unos 10 euros). Curioso tambiénes que buena parte de estos empleados son inmigrantes. Los mismos a los que hoy el Gobierno pone en la picota al publicar un informe en el que revela que más de 370.000 inmigrantes solicitaron ayudas del Estado... justo unos días después de saber que aplauden, incluso el ministro de Educación apoya, que se financien los 70 millones de euros que hacen falta para el nuevo yate de Isabel II.
¿Saben qué es también curioso? Que la propia Oxfam, que ha denunciado la situación de los trabajadores de supermercados, ofrece puestos de prácticas -que no voluntariado- sin pagar sueldo, cubriendo únicamente comida y transporte. No es la única organización que recurre a estas prácticas en Reino Unido, también lo hacen otras como Greenpeace, incluso la ONU, que exigen unos requisitos y un compromiso al alcance de muy pocos... si lo que quieren es vivir y no son ricos.
Y es que en este país -y cada vez más en España- trabajar gratis para las empresas y, además, tener que sentir que eres un privilegiado es una práctica común. Pero, ¿es que no hay apoyo político para frenar esta locura? Sí... Recientemente, el viceprimer ministro, Nick Clegg, promovía una iniciativa para acabar con las prácticas gratis. Tiene gracia, porque su propio partido, el Liberal-Demócrata, fue acusado de los mismo hace menos de un año.
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