Posos de anarquía

Por qué España agachará la cabeza con YPF

La expropiación de YPF se ha consumado. Ahora, prueba de fuego para las duras palabras del Gobierno español, para unos amenazas, para otros advertencias. ¿En qué quedarán esas "medidas claras y contudentes" que los ministros Soria y Margallo han repetido hasta la saciedad? ¿Cómo serán esas medidas que, según nuestra vicepresidenta, "no se anuncian, sino que se adoptan"?

España por si sola no podrá hacer nada. No tiene el peso internacional para ello; estamos hartos de comprobarlo y esta cuestión no será distinta. Por eso el Gobierno busca desesperadamente apoyos externos, habiendo encontrado únicamente el de Méjico. El resto son ambigüedades, puesto que la misma Unión Europea ya habla de conflicto bilateral y la Comisión Europea ha reconocido que "la UE no tiene actualmente ningún instrumento legal que invocar a este respecto frente a Argentina". Tan sólo podría ejercer presión pero al borde del colapso del euro, ¿le conviene? o, sencillamente, ¿se atreverá?

Tras Brasil, Europa es el segundo mercado para Argentina y la UE el segundo inversor en el país austral con más de 44.000 millones de euros. Mucho dinero implicado que también, lógicamente, beneficia a las empresas Europas, escleróticas de números negros y que cada vez más han de mirar fuera del Viejo Continente para contentar con dividendos a sus accionistas -mientras despiden exprés a los trabajadores.

Lo mismo sucede con España, cuyas exportaciones a Argentina son de unos 1.000 millones de euros al año y las importaciones del doble. ¿Se va a arriesgar el Gobierno español a perjudicar los intereses de grandes empresas en Argentina como BBVA, Telefónica, Endesa, Gas Natural, OHL, ACS, NH Hoteles o Inditex? Diría que no. Y diría que Cristina Fernández lo sabe... como sabe que además del ya declarado apoyo de Venezuela, cuenta con el de la práctica totalidad del mercado latinoamericano.

Por todo ello y tras la actitud de gallito peleón, España terminará por agachar la cabeza en el asunto de YPF. Y, siendo honestos, es lo que toca. Queríamos capitalismo y nos han dado dos tazas. Nadie es rico si no es a costa de otro. Es una máxima que igual sirve para el ámbito doméstico como empresarial o de relaciones internacionales. Y cuando las tornas se dan la vuelta, escuece, pero hay que apechugar porque ese el estadio original que nos corresponde. Todo lo demás, artificio.

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