Posos de anarquía

El 15M no resucita, nunca murió

Mañana se celebra el aniversario del 15M (aunque realmente sea el martes que viene), un movimiento ciudadano espontáneo que no sólo convulsionó a España, sino al mundo entero, dando lugar a otros similares como Occupy London. La celebración del primer año de esta indignación colectiva cumplirá varios cometidos. En primer lugar, insuflar nuevas fuerzas a la revolución social –que no resucitar, porque nunca murió-, pues en los últimos tiempos ha sufrido como ninguna otra el asedio institucional del Gobierno -con el ministro Fernández Díaz a la cabeza-, y la represión –en ocasiones brutal- por parte de la Policía.

En segundo lugar, la manifestación global que tendrá lugar este sábado servirá para poner de manifiesto que ni los recortes salvajes, ni los "forzamientos del ordenamiento jurídico" por parte de Interior, ni la explotación laboral legalizada, ni la destrucción de la Educación pública gratuita y de calidad han sido ni serán suficientes para acabar con el 15M. Más bien al contrario, le da alas para que el movimiento antisistema se contagie, se extienda todo el país, por todo el continente, sembrando el miedo entre quienes sostienen un sistema que se desmorona por los  cuatro costados y cuyas reuniones se blindan ahora con cordones sanitarios de tufo militar.

Justo tres meses después de que tuviera lugar el desalojo, aquí en Londres la cita es mañana a las 13:00 horas en la plaza de la Catedral de St. Paul’s y, como sucede con su progenitor, el 15M español, la sombra de una nueva acampada sobrevuela sobre la City. De hecho, los Occupiers ya han aconsejado vía Twitter que quienes acudan a la Catedral lo hagan provistos de tienda de campaña y, al igual que en España, los sectores más conservadores de la política ya han puesto el grito en el cielo, exigiendo que tanto la Policía de la City como las autoridades de la Catedral estén a la altura para evitar una nueva acampada. Quizás, si realmente estuvieran a la altura, la permitirían.

Mañana se manifestarán cientos de miles, posiblemente millones de ciudadanos por todo el mundo, unidos por una causa común, o por mil causas comunes, como lo quieran ver, pero un mismo enemigo: el actual sistema, la dictadura del capital. Y, paradójicamente, a pesar de tamaño clamor popular, tanto quienes dicen gobernar –aunque son en realidad gobernados- como quienes gobiernan realmente, no sólo harán oídos sordos sino que, además, tratarán por todos los medios de acallar esos millones de voces. Y a ese acto tan irresponsable, tan extraordinariamente inmoral, le aplicarán una fina capa de Democracia. Puro maquillaje, pues los actos de mañana tienen más de fiesta democrática que las mismas elecciones cuyos índices de participación cada vez son más pobres. Dicho de otro modo, mañana serán muchos los poderosos que pretendan defender la Democracia, precisamente, atacándola en su línea de flotación.

Definir qué es y qué no es el 15M es complicado, muy complicado, aunque un grupo de personas, como usted, como yo, como cualquiera con el que uno puede sentarse en el metro, ha tratado de plasmarlo en un documento. Su resultado, de acceso libre y gratuito en Google Docs y en ISSUU, es una prueba más de cómo la unión hace la fuerza, de cómo el 15M continúa rompiendo el aislamiento y la división a la que nos quieren someter los mercados a través de sus ejecutores políticos para perpetuarse en lo alto de la pirámide. Acabemos con esa pirámide.

Santiago Alba lo explicaba muy bien en uno de sus últimos artículos publicados en Diagonal: "en las situaciones de crisis, no son los datos sino la atmósfera lo que cuenta" y, definitivamente, el 15M "ha modificado la composición del aire". Y seguirá haciéndolo.

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